Lo subjetivo en los trastornos neurológicos
Por Carolina Rovere*

En los comienzos de mi práctica me encontré con la posibilidad de trabajar en la rehabilitación neurológica, fue así como decidí apostar al valioso lugar del psicoanalista en un equipo interdisciplinario que generalmente está atravesado por el discurso médico sostenido desde el «furor curandis».

El campo de la enfermedad neurológica es muy vasto y con situaciones muy diversas, que podríamos clasificar en dos grandes grupos: las enfermedades que se traen desde el nacimiento: congénitas o genéticas, y aquellas que aparecen en el curso de la vida pudiendo manifestarse como secuelas de una accidente o como efectos de una enfermedad progresiva.

A los fines de asumir una limitación en el cuerpo es importante esta distinción: no es lo mismo haber nacido así, que de golpe encontrarse limitado en las funciones que hasta ese momento eran normales para el sujeto.

Pero entonces ¿en qué consiste el trabajo de un analista? El analista es quien puede favorecer el proceso de asunción o subjetivación de la enfermedad. ¿Cómo? Sabemos que la primera reacción defensiva frente a las situaciones terribles que ocurren es la de renegar lo sucedido; es así como el sujeto hace de cuenta que no hubiera pasado nada, hace como si, como si pudiera ser el de antes, esto puede suceder en el caso de un accidente, o cualquier situación traumática. Este primer momento de renegar o desmentir es una defensa psíquica, un recurso que se activa frente a acontecimientos que son muy difíciles de procesar.

El siguiente es el momento de la angustia: duro de soportar para el paciente, pero necesario para conectarse con la realidad de los hechos. Sin angustia no hay asunción de la realidad. Finalmente el sujeto puede arribar al reconocimiento de su límite, del punto de imposibilidad. Uno podría decir que estos pasos lógicos se suceden en un análisis, y está bien porque todo sujeto debe confrontarse con el punto de imposibilidad; pero es fundamental distinguir cuando esa imposibilidad tiene un estatuto en lo real del cuerpo siendo a veces muy invalidante.

Cada nueva situación de la vida confronta al sujeto con la necesidad de ubicarse en función de su limitación. Si este proceso de subjetivación se logra, el sujeto contará con la posibilidad de disponer de sus recursos para una gama de posibilidades que oscila entre una amplitud bastante notoria hasta situaciones en las que existen severas restricciones. Allí debe apelar a la creatividad para transformar aquello que lo limita en su causa más profunda para proyectarse al mundo.

Entonces ¿Qué hace el analista cuando rehabilita? El analista conduce al sujeto al punto exacto de re habilitarse. Esta nueva habilitación conlleva en su horizonte el límite. Esta re habilitación consiste en hacer a partir, o con eso que le tocó. Eso ahora que es el tope, el límite como su marca más propia puede convertirse en la clave más intima de su bien vivir.

*Psicoanalista. Magister en Psicoanálisis. Docente en Facultad de Psicología UNR.