Por Alfredo Dillon

Educación. Una tendencia que creció en los últimos cinco años.Los expertos dicen que hoy pesa menos la presión de los padres y que, al acceder a más información, los chicos se cuestionan más. También entraron en crisis los modelos de éxito.

Para la mayoría de los jóvenes, es la primera gran decisión. Exige conocerse a uno mismo, imaginar a largo plazo, abrazar o rechazar una tradición familiar, tal vez asumir una vocación. Difícil no angustiarse: a algunos les gustan demasiadas opciones, a otros ninguna. Lo cierto es que muchos chicos no se sienten preparados para elegir una carrera a los 18, ni bien terminan la escuela. La consecuencia: son cada vez más los que cambian su elección a poco de empezar.

Los especialistas en orientación vocacional señalan que en los últimos 5 años aumentó la cantidad de jóvenes que cambian de carrera: son chicos de alrededor de 20 que, con mayor recorrido y conocimiento que a los 17, deciden empezar un proceso de “reorientación”. En el CBC de la UBA, el 18% de los ingresantes se cambia durante el primer año en la universidad; muchos otros lo hacen en el segundo.

Los expertos señalan que esta tendencia responde a que los chicos ahora se sienten más libres, menos presionados por los padres, y a la mayor disponibilidad de información sobre las carreras, que hace que ellos “se cuestionen más” las decisiones. “A los 20 o 21 años los chicos se dan cuenta de la libertad que implica la adultez. Cuando son adolescentes suelen estar más condicionados por su contexto o las expectativas de sus padres; después empiezan a cuestionar los modelos de éxito que les inculcaron y a priorizar lo que cada uno quiere”, explica la psicóloga María Carmen Vieyra, del centro de orientación vocacional Vocacionarte.

Para Mariano Muracciole, psicólogo y director del centro de orientación vocacional Armando, la clave del proceso de reorientación es analizar el “posicionamiento” desde el cual el joven eligió su carrera: “¿Quién le enseñó a elegir a un joven que recién termina la secundaria? Es un momento complejo, de redefinición, que coincide con el fin de la seguridad que les da a los chicos la escuela”. Muracciole asegura que muchos chicos eligen una carrera “sin saber de qué se trata” y que necesitan “más tiempo para procesar la decisión”.

Los especialistas sugieren no encarar el cambio de carrera como un “fracaso” ni como una “pérdida de tiempo”, y advierten que el proceso implica siempre una crisis en la que entra en juego el riesgo de la deserción y que los chicos queden “a la deriva”. De todos modos, Natalia Virgili, directora del Departamento de Orientación Vocacional del CBC, matiza: “La decisión de cambiar de carrera suele identificarse con un momento de crisis. Lo importante es identificar que esta decisión también significa una oportunidad: un momento propicio para que el estudiante replantee su proyecto”. En otras palabras: “El cambio de carrera no conduce necesariamente a la deserción. Al contrario: un cambio a tiempo puede propiciar el desarrollo favorable de la trayectoria educativa”.

Para desdramatizar la decisión, los expertos sugieren pensar la carrera como un medio, y no como un fin en sí mismo. Lo importante, dicen, no es tanto elegir un plan de estudios sino un proyecto de vida, entendido de manera más amplia. Stella Calvo y Alicia Rozenblum, de la consultora vocacional De Aquí en Más, concluyen: “En el contexto de incertidumbre actual, la elección vocacional no se reduce a elegir una carrera. No hay un cartel de llegada ni acaba con una ‘salida laboral’. Es un proceso de exploración y aprendizajes constantes, una búsqueda. Estudiar, trabajar, aprovechar el tiempo libre, es parte de una vida con proyectos que se despliega a medida que los jóvenes avanzan, capitalizan sus experiencias, toleran cierta dosis de frustración y siguen para adelante”.