Una resolución del Consejo Federal de Educación dispone que los niños que no hayan alcanzado los objetivos al final de primer grado pasen a segundo con un acompañamiento especial. La medida apunta a promover la inclusión y evitar la estigmatización.

“Está comprobado que los chicos aprenden a leer y escribir en los dos primeros años”, dice Sileoni.

A partir de 2013, repetir el primer grado de la escuela primaria será una práctica del pasado. Así lo determina una resolución unánime del Consejo Federal de Educación, que concibe que la repitencia, a esa altura del proceso educativo, “no sirve para aprender mejor” y apunta a combatir la sobre-edad en los estudiantes, una de las principales problemáticas de la educación primaria. La nueva regulación se aplicará de forma progresiva en un plazo de cinco años, con el objetivo de que para 2018 todas las escuelas implementen el nuevo concepto. “Esta decisión es un signo de responsabilidad del Estado, para que la escuela se haga cargo de asistir a todos los pibes”, aseguró a Página/12 el ministro de Educación, Alberto Sileoni.

La medida prevé que el chico de primer grado que no logre dar cuenta de que aprendió lo mismo que sus compañeros en el mismo tiempo pase al año subsiguiente con el acompañamiento de clases especiales y un seguimiento especializado. La modalidad, que ya se aplica en Israel y el Reino Unido, entiende que las trayectorias escolares no tienen que ser siempre iguales. Muchos alumnos, en especial los de los sectores más desfavorecidos, se ven obstaculizados por el ingreso tardío, los abandonos transitorios y permanentes y las repitencias. “Esto, en parte, tiene que ver con las condiciones socioeconómicas, pero también con las formas rígidas de organización escolar”, definieron, entre los lineamientos básicos, los ministros provinciales de Educación.

“Está demostrado que repetir no mejora los aprendizajes y, además, genera una suerte de estigma y de ruptura afectiva en una etapa en que la socialización es muy ardua”, detalla Sileoni. El inicio de la escolaridad “es una de las zonas más críticas para el chico” y, según datos del ministerio, “la repitencia de chicos de primer grado casi duplica la del promedio de los chicos en edad primaria”.

“Sabemos, por investigaciones, que los chicos aprenden a leer y escribir en el transcurso de los dos primeros años de escuela, consolidando el aprendizaje recién al tercer año –define el titular de la cartera educativa–. Es decir que es un proceso, y lo que estamos haciendo es respetar las diferencias de cada chico. Se trata de entender que estamos hablando de un niño de seis años, que empezó en marzo su escolaridad y al que en noviembre se le toma un examen que le dice si va a repetir un año o no. No hay nada más facilista que hacerlo repetir si no cumplió con las expectativas, aunque eso no lo ayude.”

En ese sentido, la medida concibe al primer y al segundo grado como una misma unidad pedagógica integral, un concepto similar al que se utilizaba en tiempos del primer grado inferior y primero superior. El régimen de promoción comenzará a regir al cierre de ese bloque. El chico que no haya llegado a aprehender los contenidos del primer año, los seguirá aprendiendo al año siguiente y, para ello, contará con propuestas de acompañamiento específico, como tutorías, extensión de la jornada escolar, maestras comunitarias, programas de repitencia –que ya poseen las provincias– y materiales de trabajo especiales. Luego se deberá adecuar el modelo de evaluación y acreditación de esa unidad. Otra de las propuestas que se incluyen en la resolución es que el docente a cargo sea el mismo en los dos grados. “Ese maestro ya conoce desde el año anterior a cada chico y no necesita ningún tipo de informe para entender quién presenta más dificultad”, profundizó Sileoni.

La titular de la Confederación de Trabajadores de la Educación (Ctera), Stella Maldonado, consideró muy positiva la medida y recordó que el nuevo sistema se utilizó en varios distritos argentinos, como la provincia de Buenos Aires, “durante muchísimo tiempo, con excelentes resultados”. “Mi experiencia de maestra de primer grado y como miembro de un gabinete psicopedagógico –añadió– me dice que la mayoría de los chicos necesita más de un año para aprender a leer y escribir, pensándolo no como un simple proceso de decodificación, sino de comprensión del texto. Era muy arbitrario establecer el momento de la promoción entre primero y segundo, y en ese ‘bloque alfabetizador’, como lo llamábamos, no había promoción social, ni automática, sino que el momento se producía al fin del segundo año.”

Informe: Rocío Magnani.