Faerman, Erica

Licenciada en Psicopedagogía con Orientación Clínica

Tiró una y mil veces el juguete contra la puerta. En su mirada parecía reflejarse solo la sombra de sus ojos. Mirada semejante a un eclipse de sol en donde los rayos quedan atrapados por una luna que se interpone en su camino.

El silencio parecía espeso pero a su vez me invitaba a callar. Este silencio me estaba diciendo algo…

Tomé otro juguete y me presté para jugar. Reíamos juntos. En ese momento recordé el gesto de placer del niño del fort-da al tirar su carretel.

Advierto que el juguete de él era un muñeco en posición de estar volando y que en su sombrero tenía la letra “M”.

Siento su enojo, su bronca cada vez que lo arroja como atravesando la risa.

Le ofrezco decir antes de tirarlo “estoy enojado por…” y agregar lo que se nos ocurriera. Repetimos esta escena una y otra vez con el mismo gesto de placer de antes.

Percibí que aquella puerta también hablaba. Sobre ella estaba pegado un dibujo de una escuela que decía “cuidado!!! Niños a bordo…”. Puse palabras a esto que veía.

Alzó el juguete que estaba en el piso, miró la puerta y dijo…

– “Estoy enojado porque me cortaron las cuerdas vocales”…

…Con mucha mas fuerza tiró el muñeco apuntando por primera vez directamente al dibujo de la escuela…

Eclipse de Mirada

Al escribir lo que compartí en la soledad de mi consultorio psicopedagógico con Mariano, un niño de siete años, pude convertir aquello en recuerdo. Pude volver a pasar por mi corazón tantos sentimientos. Pero también necesito pensar. Como ayuda comienzo buscando en el diccionario algunas palabras que me movilizaron y encuentro lo siguiente:

“Eclipse: faltar, desaparecer. Oscurecimiento, desaparición aparente de un astro, ya por interponerse otro astro entre aquel y la tierra, ya por introducirse el primero en la sombra proyectada por otro.

Eclipsar: Oscurecer, deslucir. Ausentarse, evadirse, escabullirse, desaparecer alguien o alguna cosa.” (Sopena, Ramón; 1963)

Entonces pienso:

Escribir es no permitir que me corten las cuerdas vocales. Es prestar mi voz a aquel que convive y padece con un mundo lleno de palabras que lo enmudecen. Es silencio que intenta combatir el silenciamiento. Es también la libertad absoluta…

“Quedarme sin voz pero no sin vos”… Ser ese otro que guarde un poco de silencio que propicie el pensar y ofrezca su voz para dar lugar a la palabra. Ser carretel de esa voz atrapada…

Escribir es también convertir aquella soledad de mi trabajo psicopedagógico en compañía… Es pensar, es decir, es hacer…

No fue casualidad que apareciera en mi mente la palabra eclipse. Mariano antes de comenzar a trabajar conmigo había sido diagnosticado de múltiples maneras entre ellas las tan de moda ADDH y niño índigo.

Las maestras, la directora de la escuela, la familia, el neurólogo que lo asistía… todos parecían coincidir con que Mariano vivía en la luna…

Con el tiempo pude ver cuanta violencia atravesaba al niño. Violencia, agresión, ignorancia… Todos hablaban de él pero nadie lo escuchaba. Sobre todo en la escuela en donde se lo manipulaba de todas las formas posibles. Allí se lo castigaba, se lo expulsaba, se lo insultaba, se lo diagnosticaba, se lo rotulaba, se le sugería medicación, etc.…

Sigo pensando:

“En algunas escuelas hay un gran ausente… El respeto.”

Pero claro, aquella puerta también me estaba diciendo otras cosas…

Aquel dibujo de la escuela es una copia del que puse en la tapa de mi Trabajo final de la carrera de grado Licenciatura en Psicopedagogía. El tema que elegí fue “El perfil de la formación teórica de los docentes”. Allí elaboré una propuesta de Formación docente enfocada desde las teorías de enseñanza y aprendizaje. El interés por el mismo surgió motivado por el deseo de ofrecer una propuesta que promoviera la profesionalización de la docencia y, a partir de allí, realizar un aporte a la misma.

Para tales fines, se propiciaron actividades meta cognitivas y se tomó al juego como protagonista de cada trabajo, como así también algunas técnicas de grupo e individuales, recursos didácticos, etc., pertinentes a los objetivos propuestos.

En las palabras iniciales de nuestro trabajo dice:

“CUIDADO!!! Niños a bordo… intenta sintetizar la idea que nos movilizó desde un primer momento: “el trasfondo de la formación docente es la formación de los niños” (Faerman-Querini; 2001:10)

Entonces me pregunto:

Qué intentan decirme aquellas palabras: Las del cartel “Cuidado!!! Niños a bordo…” y las de Mariano “me cortaron las cuerdas vocales”?

Palabras que no sonríen

Aquellas palabras traen a mi recuerdo las de “El Principito”:

– Hace millones de años que las flores fabrican espinas. Hace millones de años que los corderos comen igualmente las flores. ¿Y no es serio intentar comprender por qué las flores se esfuerzan tanto en fabricar espinas que no sirven nunca para nada? ¿No es importante la guerra de los corderos y las flores? ¿No es más serio y más importante que las sumas de un Señor gordo y rojo? ¿Y no es importante que yo conozca una flor única en el mundo, que no existe en ninguna parte, salvo en mi planeta, y que un corderito puede aniquilar una mañana, así, de un solo golpe, sin darse cuenta de lo que hace? Esto, ¿no es importante?” (Antoine de Saint-Exupéry; 1951:29)

…Conozco un niño de siete años, único en el mundo, que no existe en ninguna parte, salvo en mi planeta, a quien le cortaron sus cuerdas vocales, a quien eclipsaron su mirada… su ser… Esto ¿no es importante?

La clínica me muestra a diario que hay niños oscurecidos, deslucidos, ausentados, evasivos, escabullidos, desaparecidos por ser tomados como chivos expiatorios de problemática escolares, educativas y/o socioeducativas. “…

El niño soporta la dificultad pero necesaria y dialécticamente los otros aportan el sentido” (Fernández, Alicia; 1987:34)

Docentes excluidos, muchos de ellos están dentro de los niveles de pobreza por lo cual difícilmente tengan acceso a Internet o a algún tipo de actualización, formación. Conviven a diario con un proceso de degradación de la docencia que los excluye aún más.

Generaciones atravesadas por la época del proceso de nuestro país en donde pensar, hablar, preguntar, ser diferente, sentir diferente, etc. era sinónimo de peligro… Cuerpos oxidados atados por infinidad de cadenas de papel. Cadenas invisibles pero cargadas de miedo, impotencia, etc. capaces de paralizar al mismo ser.

Cadenas de papel

“Cuando nos sentamos todos, una de las ocho personas pertenecientes al equipo inicial dijo: – Ah, recordé una cosa que me decían en la escuela cuando era chica. Contaban una historia que en la China, cuando los niños se portaban mal en la escuela, tenían un castigo: atar al niño con una cadena de papel y si la cadena se rompía, se duplicaba el tiempo del castigo”… …”Entonces en aquel momento, dije: – Lo que estás diciendo es muy interesante, porque si vos sos inmovilizada con una cadena de hierro, el castigo es terrible, pero vos sabés dónde termina la cadena y comienza tu piel. Podés experimentar hasta dónde da la cadena y un poquito te vas a poder mover. Y si no te podés mover, sabés que es porque la cadena no te deja. Pero si estás amarrada con una cadena de papel de arroz, vas a tener muchas dificultades para saber si no te movés por la cadena o por vos. Es como si la cadena formase parte de la piel”Fernández, Alicia (2000:124)

Mariano, un nieto recuperado dijo en un acto de la ESMA del 24 de marzo “la verdad es la libertad absoluta”. Me pregunto cuantos docentes vivieron durante años rodeados de mentira, de violencia real y simbólica, atados, encarcelados, encadenados…

Cómo pensar a la escuela de hoy fuera de nuestra historia, una historia que excluía, exiliaba, echaba a tantas personas por pensar, hablar, sentir, por ser diferentes. Una historia que cortó tantas cuerdas vocales y eclipsó tantas miradas…

Seguramente no por casualidad aparecieron en mi mente dos Marianos:

Un Mariano que remó con todas sus fuerzas contra la corriente y pudo abrazarse a la verdad para llegar a la libertad absoluta…

Y otro Mariano que al estar atravesado por tantos diagnósticos también perdió su identidad. Lo llenaron de caretas y de miles de disfraces. Dejó de ser Mariano para convertirse en “el ADDH” o el “Salvador niño índigo” o cada uno de los rótulos que le pusieron casi a diario.

Pero cuanto tienen en común… mucho más que el nombre…

La identidad secuestrada, agredida, violentada, encadenada, eclipsada…

Cadenas de papel que rodean a nuestras escuelas quedando adentro docentes, niños, el enseñar, el aprender, el ser, etc.

Para seguir pensando vuelvo a buscar algunas palabras en el diccionario:

“Remar: trabajar con fatiga y afanosamente en una cosa.

Eclipse de sol: durante un eclipse, la capa exterior del sol, la corona, se hace visible. Normalmente la corona está oculta por su luz.

Navegar contra el viento, corriente o marea: Navegar contra la dirección de las fuerzas creadas por estos accidentes.

Navegar: En Mejico, padecer, luchar, bregar”. (Sopena, Ramón; 1963)

En el espacio de co-vision surgió esta frase “Remar contra la corriente”… Frase que por algún motivo me movilizó…

Remar contra que corriente? Posiblemente contra aquella corriente que se queda capturada por la luz que no se ve y a partir de allí rotula a los sujetos desde lo que no son, no pueden, no saben, no aprenden… Corriente que electrocuta el pensar, el decir, el ser…

Como en el eclipse de sol, una corona se hace visible es a partir de allí que podremos escuchar al niño y ofrecerle el espacio para que nos sorprenda desde su singularidad, sus posibilidades, capacidades, etc.

El desafío para el psicopedagogo será propiciar espacios en donde los docentes, familias, etc puedan ser ellos los que se corran de lugar y puedan descubrir aquella luz y a partir de allí acompañar al niño. Aquí está el arte del psicopedagogo: propiciar dichos espacios que aunque pueden por momentos percibirse como “un remar contra la corriente” posiblemente le den la palabra a muchas cuerdas vocales…

BIBLIOGRAFIA

  • De Saint – Exupéry (1951) El Principito. Buenos Aires: Emecé
  • Fernández, A. (1987) La Inteligencia atrapada. Buenos Aires: Nueva Visión.
  • Fernández, Alicia (2000) Psicodrama en Psicopedagogía. Nueva Visión. Buenos Aires
  • Punta Rodulfo, Marisa. (2005) La Clínica del niño y su interior. Buenos Aires: Paidós
  • Sopena, Ramón. (1963) Enciclopedia Universal Sopena. Barcelona: Sopena

Faerman, Erica.
Licenciada en Psicopedagogía con Orientación Clínica