Por Gabriel Garzon – Jugador de toda la cancha en múltiples juegos de la vida.
¿Qué es hacer recreación en estos tiempos? ¿Tiempos libres?
¿Qué pasa cuando se para la máquina de producción? ¿Qué sucede cuando el tiempo se detiene?
Ahora resulta que descubrimos que existe otro tiempo, un tiempo que no es de producción, no es de fábricas, ni de oficinas, ni tampoco el tiempo de trasladarnos a ningún sitio, un tiempo que no sabemos cómo llenar, un tiempo que queda vacío, podría llamarse Tiempo Libre, pero, por el momento desconocemos.
Este pandemia nos muestra frágiles, pone en evidencia finitud; guau! ¡alta novedad! y hasta nos abre la posibilidad de que podemos desaparecer como especie.
La emergencia nos muestra que la muerte no es algo tan ajena, que está acá cerquita, lo que parece trágico, se vuelve humanizante.
Nos muestra que de esto nadie está a salvo, ni por vivir en tal o cual lugar se está a salvo. Ni por ser joven, ni por color de raza, estatus social, ni por ser cultxs o analfabetxs, nadie puede decir “esto a mí no me puede pasar”. Este virus pedagógico nos demostró que nadie tiene “coronita”, el virus nos igualó en esta historia.
Aunque, es cierto que no nos encuentra del mismo modo. Vivimos en muy diferentes condiciones esta cuarentena, algunxs de nosotrxs no sabe bien adentro de que casas quedarse, porque no tienen adentros más que sus propios cuerpos. Sepamos que para jugar se precisa una casa, es decir, simbólicamente, un lugar seguro, separado de la vereda por una puerta.
Sin embargo otrxs pueden hasta correr por los parques de sus adentros. Los primeros que caen son nuestrxs viejitxs, nuestrxs viejxs más pobres, luego lxs pobres, como siempre, la gente con menos defensas, lxs que están más expuestos.
Este aislamiento social no es de ahora, lo vivimos hace rato. Hace tiempo que estamos en aislados, desde lo económico, desde el acceso a la cultura, a la información, a internet, desde el desigual alcance de la tecnología, metidos en el individualismo meritocrático que nuestros sistemas de gobierno nos proponen y que nos invitan siempre a jugar a ganar (no sé qué), pero todo el tiempo. Aislamiento social, psicológico y afectivo sin siquiera poder empatizar con las diferencias en los distintos derechos que tienen niños, niñas, jóvenes, discapacitados, adultos mayores, los pobres y las mujeres, quienes en su lucha cotidiana nos muestran las terribles consecuencias del aislamiento que sufren sus derechos.
Aisladxs, desconectadxs, incomunicadxs, desempatizadxs cada uno en la suya. Sálvese quien pueda, así llegamos a esta cuarentena.
El aislamiento social ya lo traíamos desde hace tiempo, antes del corona y de la cuarentena, ya estábamos sin estar; vértigo, poder y tecnología mediante; con una Educación Pública devastada. Muy poco juntos estábamos, muy poco juego estábamos haciendo, muy poco encuentro, muy poco abrazo; digo muy poco en comunidad nos encontrábamos.
Me gusta la idea de recrear con ustedes el sentido de las palabras que hoy resuenan casi todo el tiempo: aislamiento, encierro, reclusión, contaminación, virus, muerte, ¿Cómo se instalan en nosotrxs estas palabras?, ¿Cómo se llenan de significados los signos de nuestro tiempo?, es decir: ¿qué cultura en tiempos de corona estamos construyendo?¿Cómo resuenan todo el día en nuestros frágiles cuerpecitos?
Suena mucho también la palabra confinamiento, a mí me suena fuerte, me pega, suena como una predisposición a vivir el fin.
¡Ojo que de tanto sonar, no se nos haga de nuestra carne!
Me pregunto: ¿Por qué es que hoy nos faltan las otras palabras, sus pares opuestos? Las que contradicen estas palabras: Encuentro, Salud, Libertad, Vida.
Me respondo que la ausencia no necesariamente es la no existencia, creo que todo lo contrario, la ausencia genera aun mayor necesidad de presencia, como pasó en nuestro país en épocas de dictadura, el encierro y la opresión nos generaban la necesidad de luchar por salir, necesidad de encuentro, de expresión, de grupo, de alegría entre tanta tristeza, de luz en tanta oscuridad. ¿No les pasa que quieren salir corriendo ya mismo a abrazar a alguien, no importa a quién?. ¿Se puede encontrar la libertad en este confinamiento? ¿Este barbijo no les da rebeldía y ganas de gritar? ¡A mí no me tapa la boca nadie! Ja, minga!.
Otras dos palabras que abundan hoy en los medios son: el miedo y el pánico; el miedo creo yo que es necesario, hay que ver la medida no, pero es alerta, es conciencia y hasta motoriza; el pánico: no, el pánico paraliza, inmoviliza y no es real. En estado de pánico somos fácilmente controlables.
¿Será este un momento para poder pensar creativamente, hacia dónde estamos yendo? ¿hacia donde voy y con qué dirección estoy andando?
Ayer salí a comprar después de unos días de estar adentro, me veía caminando ¿Cuánto hacía que no caminaba, aunque sea unos pocos pasos, sin apuro? Cuanto hacía que, como dice el filósofo surcoreano Han, no sentía “el aroma del tiempo”. Veo que hay gente, poca gente veo, claro, que camina así también. ¿Cuánto hacía que no me bañaba sin pensar qué es lo que tengo que hacer después? ¿Que no veía los rincones de mi casa?, ¡la cantidad de ropa que ni siquiera sabía que tenía! Las cosas innecesarias que están apiladas sin siquiera tocarlas por tanto tiempo! ¡Cuánto tiempo sin tocar la guitarra! ¡Sin tocarme la cara, mi rostro! ¡Uy, los Juguetes de mis hijos que crecieron y hace rato que dejaron de usar, pienso que podrían servirle a otrxs, vamos! Veo por internet: ¡Cuántas cosas que hacen mis amigxs! yo no sabía, en estos días, con algunx de ellxs me comuniqué, me comuniqué de veras eh. Gente que quizás, sin pandemia de por medio, no veía. Esta emergencia me trajo cosas nuevas, esta quietud forzada me movilizó mucho y hoy estoy así. Paradójicamente muy movilizado en la quietud.
El Universo nos está diciendo: “-están haciendo todo mal, fíjense: lxs encerramos un ratito y las aguas de los ríos se vuelven transparentes, los árboles crecen y dan sombra sin nadie que los tale, en las minas y en los cafetales por un rato deja de morir gente para que otros puedan vivir mejor; los animales vuelven a transitar por el mundo libremente sin ser cazados y vendidos; queridxs humanxs, lejos de embellecer el mundo que habitan, lo están devastando, lo están haciendo mierda, las cosas están mal”-.
Nos dice además: -“tengo malas noticias para ustedes: las cosas aún pueden empeorar, podrían hasta quedarse sin agua para tomar si no reparten mejor lo que tienen, porque no es que no haya riqueza en el mundo, es que solo el 1% de la humanidad la tiene, si no toman conciencia de lo que tienen, de lo que les doy, están fritxs, les voy a dar una coronita más para que lo piensen”-.
Decididamente no lo estamos cuidando, llenando los tiempos vacíos, consumimos, consumimos sin medida y sin saber qué consumimos, pero consumimos todo a toda hora, desde información que no podemos procesar para que sea conocimiento hasta los pobres murciélagos que nos matan, comemos (lxs que podemos) en lugar de alimentarnos.
De manera que el universo, en esta emergencia, nos pone en alerta, no se puede hacer cualquier cosa sobre el planeta porque de un plumazo: ¡Zas! -“¡te ordeno que seas dinosaurio, que desaparezcas!”-. El universo, por suerte, no tiene nuestra fragilidad, el universo va a seguir en pié, a pesar de nosotrxs.
Hace tiempo que nos dimos cuenta que no sobrevive el más fuerte, sino el que mejor se adapta a los cambios, lxs más vivxs, si no nos adaptamos activamente, saludablemente, estamos fritos, dinosaurios.
Una herida profunda nos provoca no poder ser nosotrxs quienes controlamos la historia, no poder tener el control de lo que pasa alrededor, quienes estamos diseñadxs para controlarlo todo, de pronto no sabemos, tenemos incertezas, pero ¿quién está manejando este barco?.
Estas incertezas nos generan ansiedades en exceso! decíme por favor si hay mañana, ellxs no saben si hay un hoy, no te van a decir si hay mañana, el tiempo lineal se quebró, no lo sabemos.
Ves a lxs políticxs, siempre tan seguros, por primera vez sudando, mostrándose humanos ante las cámaras, sin saber que decir, quienes todo lo saben siempre. Ves a lxs médicxs desde sus pedestales dudando, querés que te den una respuesta precisa y lo que encontrás son más preguntas, no lo saben. De pronto nos invitan a dudar, de repente tenemos que aprender que no está todo escrito. De pronto lxs maestros, educadxs para las certezas, no sabemos cómo llegar traducir nuestras clases al lenguaje virtual, como llegar a nuestrxs estudiantes por una nube. ¿Nos preguntamos qué estamos enseñando?¿hay enseñanza sin aprendizaje? ¿Cómo generar un vínculo de calidad en una educación distanciada de la calidad y de lxs otrxs?.
No sabemos no saber, no nos enseñaron a no saber, no nos permitimos esa enorme virtud humana que encierra la pregunta, la humildad de no saber, nos hace confundir esa profunda diferencia entre ¿educar a distancia o sólo comunicarnos virtualmente? como dice en su nota Karen Furrer “¿Educación a distancia o virtualización de la educación?”. Empiezo a creer que lo que en realidad falta en la formación de lxs maestrxs es aprender la lúdica; la lúdica es eso, el permiso al error, es la posibilidad de la risa, es el humor en el acto de aprender, es la curiosidad por buscar y volver a buscar los caminos para salir del laberinto. La lúdica como dimensión de desarrollo humano, eso nos falta.
Esta crisis nos muestra frágiles y cualquier herida que a nuestros egos le provenga, creo que nos hace bien, que es hasta necesaria, que nos puede servir. Servir para aprender, para darnos cuenta de cuál es nuestro lugarcito en el mundo y de la necesidad de que el mundo sea un hogar y no esta desolación que vemos en las calles hoy. Nos muestra también la necesidad de lxs otrxs. Veo una oportunidad en esta tremenda crisis mundial, resta ver si podemos aprovecharla, si para algo nos está sirviendo tanta angustia, tanto dolor y tanta muerte.
Es que desconocemos esto de no tener el poder: ¿cómo puede ser que algo tan minúsculo e invisible, microscópico, inútil, bichito inhóspito y jodido nos ponga en jaque mate a toda la humanidad? ¿o será que nos vino a demostrar que realmente ya estábamos en peligro antes de estar coronadxs de esta nueva gloria?.
Que oportuno es darnos cuenta que nuestro poder es limitado, que tenemos nuestros talones de aquiles, que precisamos de cuidados, que por más que tengas una riqueza increíble no vas a tener ni cómo ni con quien, ni para qué gastarla. Al asumirnos frágiles, asumimos también que necesitamos de otrx, que necesitamos de lxs otrxs, que somos necesarixs entre nosotrxs. En cambio, la soberbia de dominarlo todo, nos aisla, nos hace estar cada unx en la nuestra, buscando nuestro beneficio, importándonos poco el o la de al lado, sin empatía alguna, sin comunidad.
Profesionales en Juego
Resulta ser que todo lo relacionado al juego era considerado inútil para el sistema dominante, quienes nos dedicábamos a esto éramos precarizados, en muchos casos, tomados como profesionales que se dedican a cosas poco importantes, casi inútiles. Hoy nos encontramos con que, eso que era absolutamente innecesario y poco serio, eso que se hacía para perder el tiempo, resulta que hoy es esencial para sobrevivir en el aislamiento. Son muchísimos los pedidos que me llegan de juegos -“vos que sos recreólogo: que jueguito puedo hacer con lxs chicxs y con mi aburrimiento por favor!” ¡Ahora resulta que además del tiempo de producir nos damos cuenta que existe otro tiempo!, ahora que nos faltan, podemos dimensionar el valor del abrazo, el encuentro, el contacto, el roce de los cuerpos, los besos sin barbijo y el jugar como escape y como encuentro de la realidad. ¡Hacía falta tanto desastre para encontrar el valor de algo tan simple! ¿Por qué?.
Y, otra pregunta: ¿Cuándo termine esta cuarentena y vuelva a funcionar la máquina de la producción: ¿qué pasará? ¿Volveremos a correr detrás de la zanahoria invisible, sin percibirnos, sin detenernos, sintiendo que los otros son una amenaza y nos pueden contagiar? ¿Creeremos que la vida se debe vivir virtualmente para evitar contagios? ¿Se perderá de vista nuevamente el juego, como volveremos a llenar nuestro tiempo vacío? ¿Habremos aprendido algo? ¿Podremos contaminarnos pero de la alegría y del valor de estar vivos?
Una de las características más importantes que contiene el juego es su condición de incierto. El juego no busca resultados, el juego se juega y ya. Solo se encuentra el sentido jugando, en el proceso de jugar. Lo incierto del juego es lo que le da sentido y es lo opuesto al trabajo, a la certeza que tiene la tarea en el tiempo “productivo”. Quien juega se zambulle en el mundo del “como si”, en la metáfora, paréntesis de la realidad, donde no se sabe ¿qué pasara? Esa es la tensión lúdica, en cuanto se tiene la certeza, se acaba el juego (como pasa en el deporte altamente profesionalizado, donde se pierde el juego). Pero, en esa incerteza hay una finalidad, ensayar la vida, entrenarse para vivir y ver que el mundo puede ser vivido de muy diversas maneras. El juego es un ensayo de la vida.
Pienso y me río: Quizás, en esta emergencia, nos han metido a todas y todos en un gran juego mundial, sería como un “gran hermano: ¿a ver quién se lleva la coronita?” quizás, donde estamos bien controlados y “protegidos” de no contaminarnos entre nosotros, por nosotros, donde estamos siendo custodiados por nosotros mismos y nos miran para aprender como son nuestras estrategias para sobrevivir?. ¿Quién habrá puesto las reglas en este juego? Incierto final, como todo juego.
Esto me manda por whatsapp recién mi amigo Juan:
Es un poema de Roberto Juarroz
¿Estará mi amigo sintonizando esta charla? bellas sincronías de este tiempo sin tiempo.
¿Se fundirán ambos juegos en un cínico juego donde hasta puede llegar a desaparecer del juego el jugador?
Pienso que en este contexto, el poder jugar es vital, es un camino de salud para elaborar las angustias. Sea cual fuera la edad que tengamos, poder encontrar el juego en esta realidad, nos salva, sería la posibilidad de saltar las rejas del encierro y de construir nuevas realidades posibles, imaginar para poder transgredir el confinamiento que nos imponen, jugar para mantener la salud, jugar como crear.
El juego permite sobrevivir por la posibilidad de que, a través del juego se puede elaborar lo que nos pasa, elaborar como procesar, como darnos cuenta, esto que nos pasa a nosotros y que le está pasando al mundo, este miedo a morir, ahora contagiados por nosotros mismos.
El juego existe para elaborar los miedos, jugamos para perder el miedo y la angustia de no existir, para eso jugamos, por eso jugamos desde chiquitos a escondernos y aparecer, a que te agarro y te pierdo, a que te alzo y te bajo pero no te caés, a que te acompaño a una calesita que da vueltas para perdernos y volvernos a encontrar, o a saltar una rayuela camino entre la tierra y el cielo para comprender lo que no tenemos ni idea que existe, pero nos da miedo, quizás sea tan importante jugar hoy porque estamos asustados, encerrados, angustiados por no saber qué pasa, y por no poder tener la libertad de salir. Existe el barrilete, la pipa o la cometa para comunicarnos con lo que no entendemos, con el cielo, a través del viento, a través del aire nos sirve para pasarnos mensajes, claro que ahora el whatsapp es nuestra cometa, no? ¿Será por eso que jugamos? Porque la tecnología ayuda, si pero no nos permite esto de darnos cuenta donde está nuestro cuerpo, donde están nuestro mundo de afectos, donde está esa tensión de lo incierto que apasiona del juego. ¿Dónde está la risa? La piel, los otros, el mundo, el olor de la gente, la mirada, el gesto: ¡¡quiero jugar piel a piel, por favor!!
En la antigua Grecia, 1.000 A.C., le atribuían 3 dioses al tiempo:
El Kronos, que lo medía y controlaba todo, pasado y futuro, todo, muy poderoso!!, el dios del tiempo Kairósque era un dios de la oportunidad , era el dios del tiempo presente, a Kairos no le importaba ni el pasado ni el futuro, como si fuera un tiempo de la juventud y un 3er tiempo, que era el dios Aión, dios de un tiempo sin tiempo, dios del disfrute, del placer, quizás asociado a la niñez y al juego. Cuando jugás estás en el Aión, no tenes idea del tiempo. Bueno pues hoy estamos viviendo lejos de Kronos. La crisis ha parado la producción, se detuvo Kronos y ahora? Ahora estamos muy cerca de Aión, un tiempo sin tiempo, muy cerca del tiempo de juego. Ahora nos preguntan ¿qué hacer en este tiempo? Diría: corran! Si es lo que conocen, pero ¡corran hacia ustedes, corran a su encuentro!.
Una pensadora muy importante para nosotros, Graciela Scheines, decía que el juego tiene su motor en la angustia del ser humano: en la sensación de deriva, en la sensación de caos y en la sensación de vacío, producto de estos miedos es que el ser humano juega. Pienso si estos miedos no son los que originan esta necesidad de jugar hoy ¿no estaremos viviendo esta deriva, el caos y el vacío en carne viva, aislados, encerrados y con el miedo ahí en la esquina nomás?
Acostumbrados a producir, a andar de acá para allá, sin preguntarnos mucho para qué, por qué, qué pasa cuando se detiene Kronos?
Cuando de pronto…no hay nada que hacer…no hay adonde ir…no hay que estar listo/lista para salir corriendo porque no hay donde ir, …o si? . Que pasa con el silencio, con la quietud, con la inmovilidad? ¿Se pueden tocar? ¿Existen? ¿Y desde ahí qué? Se valora el movimiento desde la quietud. Hay cierta patologización de la soledad y del aburrimiento, pero no es verdad, tienen mala prensa, yo creo que la soledad, la quietud y el aburrimiento son los mejores motores para la creación.
¿Qué hace un Recreólogx? ¿qué hace la recreación en este estado de excepción? ¿en esta crisis social? Tiene mandatos el recreólogo/a ¿Cuáles son? ¿qué misión tiene que cumplir? ¿tenemos que hacer los jueguitos?¿Podemos preguntarnos?
Y el recreólogo hace el kit de juegos y los envía por internet, bueno no está mal, pero la pregunta es: ese kit: ¿abre el juego o lo cierra? ese kit de juegos: ¿potencia el jugar? o ¿muere en sí mismo?, ¿encuentra la risa? ¿encuentran la alegría en ese perderse en el tiempo que tiene el juego?.
A un recreólogx no le importa si hoy la gente se aburre y no sabe qué hacer, le importa re-crear la vida, colaborar en re-crear la vida de los demás, que puedan tejer proyectos, que se pueda imaginar, que intenten creer que otra realidad es posible, que entren en el juego que está entre la realidad y la fantasía.
Me resulta interesante esta pregunta hoy: ¿para qué estamos lxs profesionales de la Recreación?, si la respuesta es para que la gente no se aburra en este encierro, volvemos a ubicarnos en aquel lugar del que nos quisimos correr, no somos los que nos encargamos de lo inútil, de lo que se hace cuando no trabajás, no hacemos lo divertido de lo serio, hacemos lo más serio del mundo que es encontrarnos con lo divertido del mundo. Somos lxs que cuidamos la vida, cuidamos de lo que es esencial para vivir, nos encargamos de que el juego esté vivo, de que exista y de que puedas encontrar la libertad en el tiempo.
En ese lugar podemos colaborar aportando algunas herramientas para que nuestra gente pueda encontrar el juego, pueda inventar el juego. Pueda darse cuenta que es creativa, que puede imaginar, que no necesita más que pequeñas cosas hasta desechables, que puede no quedarse con lo que tiene.
Puede comprender que hoy, tal como está el mundo hoy, se pueden pensar otros mundos posibles y que el juego abre esa posibilidad porque es el trampolín de la imaginación, de que se puede llegar a transformar un palo de escoba en un caballo precioso, o el encierro en un oasis inimaginable.
Además, creo yo que es fundamental, el juego instala el Deseo, la motivación por ir hacia…, por alcanzar…, por llegar a descubrir lo oculto…el deseo es como la vida, la chispa de la curiosidad por el mundo y por eso es imprescindible.
El recreólogx trabaja para eso, para abrir mundos de posibilidades, pero como lo hace si no lo trabaja consigo mismo? ¿Cómo lo trabaja con los otros, si no lo concibe para sí?, de manera que lo primero que podemos hacer en este encierro es preguntarnos si estamos siendo capaces de transformar este encierro en un paraíso de posibilidades, si tenemos la libertad para eso, si no, la tenemos que buscar. Por esto digo que nuestra recreación solo sirve si tiende a la libertad, si aspira a la autonomía de esos otros, que no es, ni más ni menos, que la propia libertad. Si no sirve para eso, solo enseñará un par de jueguitos para entretener aburridos, abúlicos del corona virus, para que cuando vuelvan del encierro sigan llenando sus tiempos vacíos, sigan corriendo sin rumbo.
Quizás este tiempo Aión enseñe a escuchar el silencio, a maravillarse con la lentitud de la vida, elogiar la belleza que está en la lentitud y no en el vértigo, en el valor de la contemplación, la quietud y la inmovilidad.
Entonces para esta crisis recomiendo generar procesos de la heteronomía a la autonomía. Sujetos que puedan sentirse no solo producidos sino productores de cultura, poner en valor la creatividad. Sujetos que, del heterocondicionamiento pasen al autocondicionamiento (recomiendo leer Psicosociología del Tiempo Libre de Munné). Es decir, a no seguir otro mandato que no sea el propio.
Procesos que se basen en una pedagogía de la pregunta, desde una propuesta emancipadora, liberadora.
Voy a tomar algunas palabras de mi amigo recreólogo Luciano Mercado, y le voy a agregar algunas mías:
Yo busco una Recreación que proponga hacer para SER, no una recreación del hacer para tener, hacer para ser. Es decir, una recreación que no se encargue de llenar agujeros de tiempo con juegos que ocupen el tiempo vacío de la gente. Sino una recreación que invite a crear, que facilite y habilite procesos de imaginación y autonomía, una Recreación que tenga más para escuchar que para decir.
Nosotrxs no venimos a animar, no somos los payasos del circo, somos educadores en el tiempo libre, del tiempo libre y para un tiempo liberado. Sabemos cómo vivir nuestro tiempo y por eso podemos colaborar con el de los otros, eso quizás sea una animación!.
Busco una Recreación que proponga juegos que sean inclusivos y no exclusivos.
Una Recreación que sirva para re-crear, para pensar la realidad y transformarla.
Una Recreación que proponga nuevos laberintos para salir del encierro y nuevas cometas o barriletes para sobrevolar las emergencias.
Una recreación que facilite la construcción de espacios y dispositivos lúdicos de encuentro, de juego, de cuidado y de ternura.
Una recreación que busque lo sencillo de la vida, lo más sencillo y profundo de la humanidad, el juego por jugar nomas.
Porque, al fin y al cabo como dice el maestro brasilero Paulo Freire “No tenemos el derecho de afear el mundo, tenemos el deber de embellecerlo!”