Por Verónica Barrios*

Este artículo fue presentado en la 12º jornada de psicopatología y salud mental. “Los nombres del síntoma. Clasificación- Diagnóstico”
5,6,7 de diciembre del 2011, Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Secretaria de salud. Hospital Gral. de Agudos “Dr. T. Alvarez”. División Salud Mental

Ella sabía, tus sabias,  yo no sabía…”

 

 

 

                      “Tal operación mediadora es la trama, a través de la cual los acontecimientos singulares y diversos adquieren categoría de historia o narración. La trama confiere unidad e inteligibilidad a través de la síntesis de lo heterogéneo. Nada puede ser considerado como acontecimiento si no es susceptible de ser integrado en una trama, esto es de ser integrado    

en una historia.»

Nietzsche en– La Filosofía Narrativa de la Mentira, la Metáfora y el Simulacro-

 

¿Cómo nacen los bebes? Pregunta Juan, Pedro o María, pregunta que siempre va dirigida a un  otro que constituye para el niño un lugar de saber,  ya que no solo la pregunta es acerca de cómo nacen los niños sino acerca de ¿cómo nací yo? Se pone en juego aquí la sexualidad en dialéctica con  el deseo de saber, es una pregunta nada ingenua, pregunta que inaugura  la posibilidad del armado  de una  posición subjetiva frente al aprendizaje.  ¿Pero qué sucede cuando ese Otro que es convocado a responder tal pregunta es atravesado por una historia de desmentida sobre su propia identidad?  ¿Qué posibilidades quedan armadas para el despliegue y sublimación de la pulsión epistemofílica? Propongo que sea esta la pregunta que atraviese mi trabajo y me ayude a pensar junto a lectores y oyentes  acerca de la desmentida y los efectos en el aprendizaje, para ello me gustaría compartir con ustedes la siguiente viñeta clínica: Juan es derivado  por la escuela a la que asiste, a la primera entrevista concurren su mamá y su papá, ambos dicen no acordar con la derivación que la escuela propone,  que Juan es muy inteligente y que se destaca por los cálculos mentales que realiza, ambos están muy enojados con la escuela porque no le permiten a su hijo concurrir doble jornada,  en ese momento la institución   había requerido una reducción horaria, con lo cual su hijo solo podía  asistir en el turno de  la mañana. Cuando comienzo a preguntar acerca de Juan, su mamá dice que es un niño muy inteligente que desde pequeño podía leer y escribir y que el  problema es la escuela. Su papá comenta que  maneja muy bien la computadora que juega  con programas informáticos  muy complejos.

En la próxima entrevista conozco  Juan, quien tiene 9 años y está en 3er grado, me encuentro con un niño desorientado, que habla muy pausado, con una hipotonicidad que me llama la atención, entra al consultorio y se sienta de manera casi automática: le pregunto si sabe porque viene y me dice “No Sé” le propongo dibujar y comienza a realizar el siguiente dibujo

Mientras dibuja me mira y se sonríe, su sonrisa es rígida, estereotipada  casi sin escena que sostenga  tanto su  mirada como su sonrisa.

Le pregunto acerca del  dibujo dice que es un  helicóptero de guerra, un tanque de guerra y un coche bomba, le pregunto porque  le dieron ganas de dibujar  esto y me dice “No Sé”

Esta es la forma en que Juan elige presentarse con un semblante  que me desconcierta me deja en un lugar de pregunta y de intentos fallidos de encontrar algún significante entre lo que Juan dibuja y aquella entrevista casi lavada  con sus padres.  Es así como decido comunicarme con la escuela con la intención de escuchar  allí, como la institución mira a Juan y desde que lugar ubica sus dificultades, pensando que la escuela instituye subjetividad y que la mirada que tiene en relación a sus alumnos no es inocua sobre la subjetividad de los mismos.

Me comunico con la directora de la institución quien parece muy preocupada, me comenta que hace unos días Juan se escapó de la escuela y lo que más le preocupa es  que  en ese momento  estaba muy desorientado y que al preguntarle sobre el episodio  contestó  “Ese no era yo”, me comenta que es un alumno que  tiene muchísimas dificultades para estar con pares tanto dentro del aula como en los espacios de recreación, que no puede permanecer durante mucho tiempo  en el grado, que cuando se enoja se tira al piso y que durante sus enojos a veces les pega a sus compañeros, ya  por finalizar la comunicación la directora me comenta: “la  mamá  de Juan es hija adoptiva de un ex comisario,  nacida durante la época de la dictadura  ,   hay muchas posibilidades que sea  apropiada”

Para el próximo encuentro le pido a la mamá de Juan que venga sola, comienzo a preguntarle, por algunas cuestiones que en la 1era entrevista quedaron encapsuladas, desdibujadas sin despliegue alguno  más allá  del enojo de los padres por la escuela, le pregunto acerca de Juan:   que recuerda del embarazo, del parto, dice: que fue un momento  de su vida muy inestable, que estaba muy angustiada y por momentos desorganizada. Entonces comienza a decir en voz muy baja que ella siempre sospechó desde muy chica que era adoptada, mi papá es ex comisario y yo nací en la época de la dictadura, pero mis padres nunca me dijeron nada, mis primos me cargaban porque yo soy más blanca que el resto de mi familia, mi mamá decidió   confirmarme que yo soy  adoptada en el preciso momento en que nació Juan,  describe a continuación la siguiente escena: “fue durante el  parto,  entró conmigo  y cuando Juan estaba naciendo  se acercó a mí y me dijo al oído:  “Ahora vas a saber lo que es tener un hijo” Tu  madre bilógica te regaló  como a un perro. Yo te elegí a vos entre los tres bebes que me trajo el médico, que en ese momento  trabajaba con tu papá, me dijo ¿cuál querés?  Y te elegí porque tenías el color de la piel parecida  a la nuestra. Hace un silencio, le pregunto ¿qué piensa de lo que acababa de decir? “En ese momento pensé  que era algo ilegal lo que me estaba diciendo mi mamá que eso no se podía hacer pero con el tiempo lo negué, ¿qué puede haber de malo en elegir a un hijo por el parecido de la piel? Le pregunto si en algún momento habló del tema con Juan, me dice que no, pero ella cree que él sabe, va por momentos sabe y por momentos no, en realidad una vez me pregunto si yo era adoptada, al principio le dije que sí, me salieron las mismas palabras que a mi mamá le dije me regalaron y después me dió miedo que él supiera, entonces lo convencí de que yo nunca le había dicho eso, cuando era chiquito me preguntaba –mamá: ¿cómo nacen los bebes? Y yo creía que me estaba preguntando si yo era adoptada, pensaba bueno ahí se viene la pregunta fatal! Entonces  llegué a decirle cualquier cosa”

Comencé a pensar de qué manera se  juegan aquí “el  saber y el no saber” en relación a las situaciones de desmentidas que aparecen en el relato que hacen tanto su mamá como su abuela y que  atraviesan  la historia   de Juan, si como afirmaba al principio la pregunta de cómo nacen los bebes esta en dialéctica con el deseo de saber y está atravesada por la sexualidad, ¿qué posición subjetiva puede armarse frente al aprendizaje cuando la historia de ese otro convocado a responder tal pregunta pone en riesgo  su propia identidad? ¿Qué lugar queda para el despliegue de la pulsión epistemofilica? Si pensamos que   el niño luego de armar esta pregunta y hallar en ese Otro una respuesta lo suficientemente lógica y a su vez velada queda como consecuencia atravesado por el deseo de conocer, de la curiosidad,  de transformar  ese deseo de saber en conocer  objetos que lo rodean, y que luego con el tiempo advendrán  allí seguramente los contenidos que propone la escuela, armándose de esta manera   una posición subjetiva deseante de “Saber”, entonces ¿es esto posible para Juan?

¿Cuáles son los posibles efectos  en el aprendizaje?  ¿Cuál es la  posición subjetiva de Juan frente al mismo? Para pensar sobre esta pregunta voy a tomar el recorte de algunos momentos del diagnostico psicopedagógico:

En una de las entrevistas comenzamos a jugar con cálculos mentales, elegí para ello cálculos sencillos, con nudos y unidades que le permitan sumar con mayor facilidad y  poder ir reagrupando los números para  llegar fácilmente a una respuesta:

 

Por ejemplo: 20 + 20 + 10 =

100 + 50 + 5=

Al ver que Juan contestaba  correctamente y sin ninguna complicación, fui complejizando las operaciones con números más grandes.

 

Por ejemplo: 1000 + 250 + 50=

3000 + 500 +50 + 3=

 

Le pregunto: “¿Cómo te diste cuenta, como lo pensaste? Juan responde: No sé.

 

En otro momento trabajamos con problemas:

 

Por Ejemplo: En 3ero A hay 16 nenas y 15 varones ¿cuántos alumnos hay en total 3ero A? Rápidamente Juan contesta 31 alumnos.

 

Le dijo: ¡muy bien! ¿Cómo sabes? No sé. Yo me refiero a ¿cómo hiciste para pensar el problema y resolverlo? No sé.

 

Juan podía contestar perfectamente los resultados del problema y de otros aun más complejos,  pero no podía dar cuenta de cómo llegaba a esos resultados, no puede explicar cómo lo pensó, dice no saber.

Esta posición frente al aprendizaje le traía a Juan muchísimos problemas con su maestra, en principio porque  no escribe absolutamente nada en su carpeta, no  puede organizar espacialmente en una hoja su escritura, tampoco llevar un orden cronológico de la misma, y mucho menos explicarle como sabe los resultados de los problemas que habitualmente trabajan en grupo en el pizarrón. La maestra de Juan cree que él la engaña, que se pone caprichoso y no quiere trabajar, esta situación y otra serie de malos entendidos hicieron que la relación con la maestra entrara en una serie de enfrentamiento imaginario, de donde se hacía dificultoso salir.

 

El intento de teorizar acerca de estas hipótesis clínicas me llevó a interrogarme sobre el alcance freudiano de la desmentida ligada a la escisión del yo.  Desmentida y escisión del Yo desempeñan en este caso un papel estructurante,   similar al que tiene la represión en la neurosis, dado que  a partir de estas situaciones de interjuego entre saber y no saber, entre lo dicho y lo desmentido (recordemos aquí que la mamá de Juan intenta convencerlo de que él entendió mal,  que ella no le dijo que era adoptada) se comienza a constituir  un  yo lábil con fracturas en la simbolización y sin posibilidad de ligazón  en el pensamiento.

En este punto creo que es interesante pensar en lo que propone Bion en relación al papel de las escisiones:   refiriéndose a una falta de nexos, constituyendo diferentes núcleos que no se comunican entre sí a las que designa archipiélagos. ¿Es posible que el pensamiento de  Juan funcione mediante esta serie de escisiones en donde puede decir el resultado de un problema pero no puede dar cuenta de la manera en que  lo pensó?

Bolla habla de lo sabido no pensado, es decir de vivencias que han dejado marcas importantes pero que no han podido integrarse suficientemente en la malla representacional y por lo tanto quedar disponibles para ser “elaboradas” ¿No es justamente aquí en donde la posición subjetiva de Juan falla frente al aprendizaje, en donde parecería que  ninguna  elaboración o ligazón  son posibles entre la   respuesta de un problema y la manera en que fue pensada?  ¿Qué posibilidades hay de pensar, en un permanente Si, pero No,  propio de la desmentida?  ¿Tal vez la única posibilidad sea escindiendo al Yo, pudiendo dar algo de esa respuesta al otro que convoca a saber cómo en este caso su psicopedagoga, pero solo parcial, porque una posible  elaboración  acerca de cómo fue pensado, puede ser absolutamente desestructurante. 

 

Algunas posibles intervenciones…

 

Con la escuela:

 

La relación con la escuela hasta ese momento estaba muy desgastada, por un lado la maestra que no podía trabajar con Juan creyendo que la engañaba, el E.O.E capturado por la historia de Juan y Juan sin un lugar que lo aloje, pasaba sus días  en el escritorio de la directora.

Una de las estrategias con las que pensé comenzar a trabajar es poder ubicar a Juan en su lugar de alumno, de donde hacía mucho tiempo la mirada de la escuela lo había borrado.  Recordemos que la mirada de la escuela instituye subjetividad.

Ángel Sanabria  nos propone pensar en relación al acto educativo como un  discurso que supone  el establecimiento de un lazo social a partir de una oferta educativa, este lazo social es lo que conceptualizamos dice Sanabria: “como vinculo educativo e implica la conjunción de tres elementos que pueden esquematizarse como lo que Violeta Nuñez ha denominado el Triángulo Herbático o  Triángulo Pedagógico:  constituido entonces por Contenidoel agente (docente)–  y el sujeto (alumno)”, según mi parecer este es  el encuadre de la tarea escolar a desempeñar y el que  se  perdió  en la escuela de Juan justamente como un  ordenador  y es  allí en donde Juan queda perdido como sujeto-alumno de la mirada de los adultos, mirada no sostenida por lo simbólico que ordena en este caso:  aprender un contenido,  sino desde lo imaginario la maestra que cree que Juan la engaña, la directora que dice esta  es una escuela “Vidriera” no es para un alumno con las características Juan y el Equipo de Orientación Escolar  absolutamente capturado por la historia “de hija apropiada de la mamá de Juan”.  Por ello era necesario tomar un orden tercero que en este caso fue el Triángulo Pedagógico, poniendo a cada agente institucional a trabajar por un objetivo común “Los Contenidos” y un sujeto que los pueda aprender,  restituyendo así que al agente de la educación le corresponda la responsabilidad de sostener el acto educativo.

Se realizaron algunas sugerencias al docente en relación a como trabajar con Juan los contenidos, que justamente apuntaban a resolver su dificultad de registrar lo que trabajaban en la clase, por lo tanto se orientó a la docente a que le permitiera a Juan trabajar en el libro de matemática, ya que la estructuración previa que trae el  libro le permite organizarse. También acordamos que por ahora él esta eximido de responder como llego a un resultado en los problemas, previamente dándole algunas explicaciones de orden “técnico” a la docente del porque  Juan no podía explicar cómo había llegado al resultado, explicación que mucho no decía, pero que si ayudaba a la maestra a darle otra explicación a las no respuestas de Juan y no simplemente que era caprichoso.

 

En relación a la familia: En un principio hubo muchas dificultades para al armado del espacio psicopedagógico desde las inasistencias hasta las múltiples llegadas tarde. Las excusas eran casi graciosas, decidí realizar  allí una apuesta, y mi apuesta era dirigida a Juan a que el pueda defender “su espacio”, que se sintiera alojado y convocado que él mismo pudiera reclamar la asistencia  a un espacio propio. Y así fue cada vez que llegaban tarde Juan comenzó a registrar que teníamos poco tiempo de sesión, y a la salida del consultorio, le reclamaba a quien lo había traído que por llegar tarde se perdió de jugar, también comenzó a decir frente a su mamá, “disculpá Verónica hoy llegamos tarde porque tardamos mucho en salir de casa”, no dejando lugar así  a excusas poco creíbles. A fin de año acordamos junto a la escuela, que el año próximo Juan comenzaría un espacio psicológico y sus papas aceptaron la propuesta.

 

En relación a Juan: Cuando le pregunto si sabe porque viene  dice: “No sé, pero seguro que la escuela me manda, mi maestra es mala conmigo, todos en la escuela son malos”, luego de un tiempo de armado de transferencia un día llega a consulta y dice: “Hoy me felicitaron en la escuela yo me porto bien” Indistintamente que hubiera sucedido en  realidad  Juan comienza a desear ser mirado por la maestra desde otro lugar,  portarse bien,  es una mentira que tiene algo de verdad,  su deseo de ser uno más que la maestra puede  felicitar. En relación a   sus primeras escenas de juegos  se presentaban  casi sin velo, sin posibilidad del armado de una matriz simbólica que sostenga la escena, “se trababan de zombis que intentaban salir de su prisión” zombis casi sin fuerzas para escapar, no luchaban porque no pueden” Un día trae un tanque de guerra y me pide jugar, toma los ladrillitos  y comienza a hacer “casitas” que guardan cosas de la Argentina, toma el tanque y destruye las casitas, luego dice ahora voy a dominar yo la cuidad.

En otro  momento trae autos y dice ya no quiero hacer más “casitas” quiero  construir un puente, me ayudas? Le digo dale pero primero “vamos a pensar como armarlo” entonces dice huy pensar me cuesta, se detiene unos minutos y comienza a poner la base del puente y luego  dice: ya se! Se me ocurrió una idea le voy a armar  escaleras para que la gente pueda subir arriba del puente, y miren pasar los autos y si quieren pueden pasar, ah! y también le voy a poner dos pilares para que no se caiga.

De zombis que no pueden escaparse  a un puente para que la gente pase, ¿me pregunto que une el puente que pudo construir Juan? Tal vez fragmentos de decires de su historia,  o su pensamiento escindido  entre aquellas respuestas automáticas,  sin una   elaboración posible o tal vez simplemente sea, el enlace estructurante entre un saber inconsciente vehiculizando el deseo de saber? Preguntas con las que habrá que seguir jugando…

 

Vero Barrios.

 

Bibliografía:

 

  • Fanny Schkolnik: “Desmentida y escisión del Yo” A.P.U Asociación psicoanalítica de Uruguay.

 

  • Ángel Sanabria: “El vinculo Educativo. Apuestas y Paradojas. El deseo de enseñar. Entre la función civilizatoria y el discurso”.

 

  • Bollas Christopher: “La sombra de objeto” Amorrortu Buenos Aires 1991.

 

  • Bion Wilfred: “Volver a pensar” Hormé.  Buenos Aires 1972.

 

  • Freud Sigmund: Fetichismo. Obras Completas. Amorrortu. T XXI Buenos Aires. 1979

 

* Lic. En psicopedagogía. Concurrente  del hospital Álvarez en el servicio de psicopedagogía clínica.  Trabajo asistencial en hospital de día del H. Álvarez, con pacientes en recuperación de adicciones.  Trabajo con niños en riesgo social en los C.E.C.   Profesora Titular del  I.S.T.A  de la cátedra de Técnicas de Diagnóstico Psicopedagógico.