«El aprendizaje y el entretenimiento ya no son actividades separadas» 

Fabián Bosoer. Clarin. Domingo 24 de mayo de 2009

Nicholas Burbules, filósofo de formación y dedicado de lleno a enseñar cómo trabajar en el aula con nuevas tecnologías, es un apasionado defensor de las posibilidades que brinda el uso de Internet, la telefonía celular y la televisión en los lugares de enseñanza. Cree que esta es una generación que está aprendiendo en muchísimos lugares y de un montón de maneras distintas y que «esta es quizá la primera vez, en la historia humana, en que los jóvenes saben más sobre algo que los maestros que enseñan» porque en esta materia los jóvenes «son más expertos en general en tecnología que los profesores que tratan de enseñarles». Burbules es profesor del Departamento de Estudios de Política Educativa de la Universidad de Illinois, Chicago, y uno de los mayores expertos en la materia. Es doctor en Filosofía de la Educación de la Universidad de Stanford; autor, junto a Thomas Callister jr., del libro Educación: Riesgos y promesas de las nuevas tecnologías de la información (Granica, 2006). Vino invitado por la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de La Pampa para participar en el II° Congreso Internacional Educación, Lenguaje y Sociedad «La educación en los nuevos escenarios socioculturales», realizado en Santa Rosa. También, firmó un acuerdo de colaboración con la Universidad de San Andrés.

Usted tiene una idea decididamente positiva del impacto del cambio tecnológico en los modos de aprendizaje…

Si tuviera que sintetizarlo diría, en primer lugar, que el aprendizaje se ha vuelto más social, y se desarrolla ahora en el campo de las redes sociales virtuales: Facebook y otras aplicaciones. Los jóvenes utilizan la tecnología para construir amplias comunidades de participación para muchos fines, búsquedas personales, entretenimiento y demás, pero también para fines de aprendizaje, y eso genera una oportunidad, para las escuelas, de enseñar de maneras nuevas. En segundo lugar, el aprendizaje actual de los estudiantes es mucho más virtual, multimedia y con experiencias multisensoriales. Esta es una generación que creció con la televisión y YouTube y videos, no sólo viéndolos sino haciéndolos. Cualquiera con un teléfono puede hacer sus propios videos y ponerlos en la Web. Este entorno multimedia también aporta un nuevo aprendizaje conceptual, nuevas oportunidades para aprender, pero también desafía a los profesores y los educadores, de todos los niveles, incluso universitario, para que desarrollen materiales de nuevas maneras.

¿Por ejemplo?

Básicamente significa que se produce conocimiento en todas partes, y que esta producción de conocimiento tiene lugar todo el tiempo. No es solamente estando en la facultad o en el aula, sino en la casa, en el lugar de trabajo, en el café; los estudiantes están aprendiendo de otras maneras y aprendiendo información nueva en muchos sectores, la mayoría de los cuales no tienen conexión con la facultad, con el colegio, con la escuela. Y creo que esto, que yo llamo «aprendizaje ubicuo», representa un desafío para las escuelas y los educadores. Desarrollar nuevas asociaciones de colaboración con estos otros lugares de aprendizaje y ayudar a los estudiantes en las escuelas a relacionar el aprendizaje que tiene lugar en otros sitios donde están aprendiendo. Las cosas de la escuela son importantes pero también es importante relacionarlas con ese aprendizaje en Internet, en la cultura popular, en los medios y la televisión porque esta es una generación que está aprendiendo en muchísimos lugares y en un montón de maneras distintas.

Esta idea de «ubicuidad educativa» -se aprende en todas partes y de diferentes modos- ¿en qué medida representa un cambio de paradigma educativo?

Creo que lo es. Plantea un reto fundamental a las instituciones de educación formal porque antes éstas tuvieron el lugar primordial en el que los estudiantes aprendían: la escuela y la biblioteca. Ahora, con una palm en su cartuchera, pueden tener Internet en su bolsillo. Y los jóvenes tienen Internet en el bolsillo. Si quieren averiguar algo no necesitan ir a la biblioteca, no necesitan preguntarle a un profesor, pueden buscarlo o comunicarse con sus amigos y tal vez ellos lo saben. Esto significa que la enseñanza ahora está ubicada en muchos canales diferentes de aprendizaje distribuido, de aprendizaje en colaboración, que no son controlados por las instituciones formales, o sea que ya no existe ese monopolio. Las escuelas siguen siendo muy importantes, pero ya no desempeñan el mismo papel; siguen siendo el centro de la rueda, pero ese centro está conectado por los rayos a estos otros lugares de aprendizaje donde éste se produce; conservan un papel importante, pero es un papel diferente, menos exclusivo.

¿Puede ilustrar un poco más cómo es el aula o la escuela del futuro en este modelo?

Por supuesto. Una de las características del aprendizaje del futuro es la importancia de los aparatos portátiles. Y si lo pensamos, ellos son los rayos de la rueda, lo que permite a la información ir y venir entre estos diferentes segmentos. Porque los aparatos portátiles, el teléfono, los aparatos de mano, la laptop, la conectividad inalámbrica son los que están haciendo posible ese aprendizaje ubicuo. Esto significa que las paredes del aula dejaron de ser los límites del aprendizaje. Las escuelas deberían ser más activas alentando a los jóvenes a llevar aparatos portátiles a esos otros sectores de su vida para reunir información, para entrevistar gente, para hacer videos y después llevar esa información al aula para análisis, integración. Por ejemplo, algunas podrían ser historias orales con personas mayores en su barrio, sobre el país, cómo eran las cosas cuando eran chicos, etc. y reunir todos esos datos sobre sus barrios, sus comunidades, en sus iglesias o donde sea y llevar esos videos a la clase. Con las computadoras pueden editarlos. Es decir, producir un documental usando los aparatos portátiles como una herramienta para reunir información.

Pero eso requiere que la escuela, los docentes y los programas hagan cambios importantes en lo que enseñan y cómo lo enseñan.

Así es, se puede presentar como un desafío o una oportunidad. Porque me parece que se convierten en tremendos recursos que los educadores pueden usar para motivar y entusiasmar a los estudiantes. Y está en ciertos aspectos mucho más conectado con los problemas y temas inmediatos que están experimentando: tránsito, contaminación, pobreza en su barrio, o tradiciones de sus familias y su comunidad. Son temas con los cuales los jóvenes pueden conectarse más fácilmente que algunas de las cosas que las escuelas esperan que aprendan.

Seguimos pensando en que el profesor sabe más que el alumno. Sin embargo, muchas veces nos encontramos con que en materia tecnológica los chicos saben tanto o más que los profesores. ¿Cómo impacta esto en el vínculo entre docente y alumnos?

Ese es un tema clave. Esta es quizá la primera vez en la historia humana en que los jóvenes saben más sobre algo que los maestros que enseñan. Porque en esta materia los jóvenes son más expertos en general en tecnología que los profesores que tratan de enseñarles. Y eso implica una relación diferente del profesor con el alumno. Relación en la que -al menos en esta área- deben volverse más socios y el profesor ya no puede decirles simplemente «les voy a enseñar lo que necesitan saber», porque los estudiantes también saben algunas cosas que el profesor necesita saber. Los estudiantes saben más sobre qué están aprendiendo, qué les interesa, qué les importa, cómo se conecta el material de la escuela con sus vidas y ciertamente saben más sobre la tecnología. Y creo que los profesores se están abriendo; los padres, los adultos en general, también están a menudo en la posición de tener que averiguar qué saben los jóvenes sobre estas tecnologías para poder alcanzarlos.

¿Se trata, entonces, de una brecha generacional?

Nosotros somos inmigrantes digitales, vinimos a este mundo desde afuera. Los jóvenes son nativos digitales, ellos crecieron en ese mundo, con todas esas cosas que tienen un tremendo potencial educativo: blogs, wiki, Facebook, Twitter. El peligro es que los jóvenes se vayan a otros lugares, si la escuela no se conecta con sus problemas y preocupaciones. La idea es que los educadores pueden aprender más de los entornos virtuales, los entornos de juego, de cómo hacer más exploratorio y más emocionante el aprendizaje para los estudiantes, porque el aprendizaje y el entretenimiento ya no son actividades separadas para ellos. Como dije, es un desafío pero también una oportunidad para los educadores encontrar nuevas formas de enseñar y de diseñar los programas para tratar de llegar a los jóvenes allí donde están sus intereses.

Al escucharlo, recuerdo a Rousseau, en su Emilio o la educación: el problema no son los chicos y adolescentes sino los adultos…

Sí, básicamente, creo que es cierto. Hay otro famoso filósofo de la educación estadounidense, John Dewey, que tiene una frase muy famosa. Dewey dice que el problema típico del educador es: «esto es lo que quiero enseñarle al chico, ¿cómo se lo hago interesante?» Y él dice que es justo al revés. La pregunta del educador debería ser: «¿Qué le interesa al chico y cómo uso yo eso para enseñarle lo que creo que necesita saber?» Como usted ve, es abordar el mismo problema exactamente en el sentido contrario.

Fabián Bosoer. Clarin. Domingo 24 de mayo de 2009