Por eso
los poemas se escriben de noche
aunque a veces se disfracen de luz.
O si se escriben de día,
convierten el día en noche.
Roberto Juarroz.
-¿Dale que jugamos?
Empezá a contar.
Hasta 10 , por ahora.
Me tengo que esconder, bien escondido,
sin que nadie me vea.
-¿De qué te queres esconder?. ¿De quién?
1,2,3,4…
Tapate los ojos y no espies.
Seguí contando, hasta 10.
5,6,7,8,9…
Te empiezo a buscar…
En la cocina,
detrás del mueble,
debajo de la mesa…
Tampoco.
En el baño no estás.
Subo las
¿Y? … dónde estás?
Salí, te quiero ver.
Dale, que te quiero abrazar.
¿Jugamos a la ?
¡Mancha cadena, canté pri!
Empezá a correr.
“Te manché”,
Tomame la mano.
No puedo.
¿Y SI INVENTAMOS OTRA?
La mancha, mancha y toca.
Paso. Hoy no.
(No se puede tocar).
¿Y si jugamos a la ?
Hay que llegar al Cielo.
Me gusta,porque en él
puedo hamacarme
entre nubes de algodón.
O deslizarme por el
como un tobogán.
O escalar como lo hacía en la trepadora
de la plaza de la esquina
que hace mucho no voy.
Dale, sigamos jugando a la rayuela.
Yo estoy en la Tierra
también me gusta
es el comienzo
y me anima a ir más allá.
La voy a dibujar
y pintar en colores
un para volar.
¿Y si jugamos a los embolsados?
A la meta hay que llegar.
Ponete la bolsa y empezá a saltar.
¿Y la gallinita ciega?
¿Te animás?
¿Me tapás los ojos?
Un mundo podés descubrir.
Imaginate a quién buscás.
A papá. A mamá.
A tu hermano/a.
A tu amigo/a que extrañás.
Atrapame, ¡dale!
Y adiviná.
Mi nombre empieza con A.
¿Y si das una vuelta más?
¿Tan mareado estás?
Juguemos a la ronda redonda,
tomándonos de las manos imaginariamente.
Puedo leer en tu mente,
que es lo que deseas realmente.
Pido.
¿Podemos parar?
Te invito a tomar el té
con mis tazas de juguete que encontré.
¿Qué te imaginás?
Que te gusta jugar, como cuando eras una niña y no había nada más
que esperar ese encuentro con otros
en algún lugar donde los juegos se hacían realidad.
Pensar el juego en los niñ@s con todo lo que implica eso en este tiempo, en el presente.
Pensarlo desde los juegos de mi infancia, juegos tradicionales, que no necesitaban mucho, solo del encuentro con otros, con amigos, con vecinos, con compañeros, con el otro que encontrabas en la plaza y el juego se convertía en jugar.
El juego en tiempos de aislamiento y encierro, donde con suerte se puede salir un día del fin de semana y con adultos.
Hoy es difícil compartir espacios y encuentros de juego y los niños lo perciben, lo sienten, lo expresan (quiénes pueden y como pueden).
¿Qué lugar hay para el juego? ¿Y los otros? Los otros niñ@s digo… el encuentro que se espera, a la deriva, incierto, con miedo, con ansias.
Tiempo de juego distinto donde el encuentro se convirtió en un espejo (espejismo) a través de las pantallas de distintos dispositivos (llámese teléfono celular, tablet, PC, notebook, etc.), donde abrimos el afuera a partir de la virtualidad.
Pantallas que hoy nos permiten entrar en contacto. Crear otras escenas.
¿HAY QUE REINVENTAR LOS JUEGOS O EL JUGAR?
Juegos de PRESENCIA Y AUSENCIA, donde el juego juega un papel distinto.
Escondernos. ¿De qué? ¿De quién? De un virus que está afuera que no hace más que desligar, desanudar y fijar una experiencia que se defiende del afuera.
Juegos donde la mancha, mancha porque toca. Y HOY NO SE PUEDE TOCAR.
Juegos que permiten saltar, volando alto, para llegar a alcanzar el cielo.
Abrir la imaginación pasando por la Tierra, nuestro lugar en el mundo, habitable, donde se sostiene con el encuentro con otros, con la mirada y la voz, con la experiencia de ser tocado en ese toque, donde se arma la EXPERIENCIA. La experiencia de jugar con otros. Experiencia que produce PLASTICIDAD, que nos permite armar nuevas redes, nuevas experiencias.
A partir de la ficción se empieza a armar la tercera zona, cuando jugamos nos metemos en un tercer lugar al decir de E. Levin (1), donde se produce el sin sentido que arma el sentido.
Cuando nos cubrimos los ojos, pasamos a ficcionar a ese otro, dale que era… esa venda nos convierte en “gallinita” que va hacia la búsqueda del otro para ser atrapado, tocado.
Jugamos compartiendo una relación en acto.
Posibilitemos el jugar re-creando la experiencia aunque sea por un rato en la imaginación, intentando que no se pierda ese tiempo de juego fundamental en la niñez.
Armemos una ronda yo de un lado y vos del otro, tomándonos imaginariamente de las manos, esperando que esto pronto suceda.
Gise (En una noche de cuarentena, con ganas de jugar, aunque sea con palabras)
Referencias:
(1) Levin, Esteban. Seminario El niño y el cuerpo: Juego y plasticidad. Mayo 2020.
Gisela Rodríguez
Licenciada en Psicopedagogía.
Se dedica a la atención de niños con dificultades en el aprendizaje y necesidades derivadas de la discapacidad.
Profesora de Educación Especial.
Trabaja en instituciones escolares desde hace 22 años.
Se formó y continúa su formación en diversos grupos de estudio en psicoanálisis.