Por Silvina Fiszer Adler. Redactora de Perfil.com, 04 de Febrero de 2009
Se sabe, los chicos suelen padecer problemas psicológicos ligados a la angustia luego de un hecho traumático como la muerte de un ser querido, un desastre natural o una catástrofe general. Sin embargo, la crisis económica que se vive a nivel mundial también genera trastornos en los más pequeños, a pesar de no estar ellos directamente en el ojo de la tormenta.
La inflación, el estancamiento de los sueldos, el temor al desempleo y las dificultades para afrontar los gastos básicos de vivienda, comida, educación y salud preocupan a sus padres y por ende, muchas veces esa inquietud termina repercutiendo en los hijos. Si bien no existen en el país estadísticas que provean datos sobre la cantidad de chicos afectados, lo cierto es que las consultas en los gabinetes psicopedagogos y las visitas a los profesionales de la psicología que trabajan con niños creció durante los últimos años.
Según la psicopedagoga Marta Tessari, Presidente Fundacion Procesos Estudio e Investigación del Aprendizaje, la crisis económica que afecta a todo el mundo puede provocar en los chicos síntomas parecidos a los que generan eventos traumáticos como un desastre natural. Es que la excesiva información que proveen los medios y el nerviosismo que provoca en los adultos la incertidumbre que provoca el futuro, sumado a los hechos de violencia que suceden todos los días en el país, constituyen un combo que puede dar lugar a diferentes tipos de traumas.
Las reacciones que se manifiestan en los adultos, como el nerviosismo, la ansiedad y la excitación en muchos casos afecta a los más chicos ya que ellos son “ particularmente sensibles al clima emocional que los rodea y pueden exhibir calma o pánico dependiendo de la reacción de los adultos que los influencian”, como padres o maestros, agrega Tessari.
En muchos casos, “la reacción del niño es de desamparo y desesperación por su incapacidad para hacer algo para evitarlo o prevenirlo”, explica la profesional, y aclara que cada caso es muy diferente, porque la reacción de cada niño va a depender de su historia personal y su temperamento. Entre los síntomas que pueden aparecer, los más comunes son las conductas que incluyen ansiedad y el miedo. Entre las soluciones, Tessari rescata, entre otras, la Terapia de Juego.
Por su parte, para el doctor Abel Fainstein, Psicoanalista y ex presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), señala que ante cualquier situación de estrés que produzca inquietud en los padres, el efecto en los hijos se da como por una doble vía. “Por un lado porque los chicos ven que sus papas están preocupados y alterados y esto resulta perjudicial para el chico. Pero además, porque el padre, que esta ocupado con ese tipo de preocupaciones, no puede cumplir eficazmente sus funciones parentales. Se trata de un doble efecto”.
En relación al lazo que une a los padres y a los hijos y el rol que deben cumplir los progenitores para el buen desarrollo emocional de los niños, Fainstein explica que en épocas de crisis a veces ese ida y vuelta se ve afectado. “En este contexto los padres pierden un poquito el rumbo si están preocupado por cuestiones que hacen a la situación económica, y a la posibilidad de perder el trabajo. Entonces no pueden dar, limitar y contener, que son las funciones de los padres”.
Por Silvina Fiszer Adler. Redactora de Perfil.com, 04 de Febrero de 2009
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