Clarín accedió en exclusiva a los resultados de la inscripción para el 2011 que se realizó en la muestra Expo UBA. Dicen que los chicos no están bien informados sobre las nuevas alternativas de estudio.

Clarin – Por Gonzalo Sánchez – 22/10/10

Contra el avance palpable de las nuevas carreras, vinculadas por ejemplo a la informática, y en lo que se lee a primera vista como una elección ajustada a cánones conservadores, en la Universidad de Buenos Aires está sucediendo algo que resiste a la erosión de los tiempos vertiginosos que corren: las carreras tradicionales continúan siendo imbatibles a la hora de elegir qué estudiar y el número de jóvenes que opta por Abogacía, Medicina, Psicología, Contador Público o Arquitectura crece año tras año.

La muestra Expo UBA 2010, a principios de este mes, dio cuenta de ese fenómeno, que no guarda relación con lo que exige el mundo laboral: más especialistas en computación e ingenieros (ver “El mercado…” ). En los tres días que duró la exposición, se anotaron 6.234 nuevos estudiantes para el Ciclo Básico Común. Es un número fuerte, que equivale a un primer llamado de inscripción de 3 jornadas en 15 sedes diferentes. Pero lo más llamativo es la elección que hizo cada uno de esos futuros estudiantes: 897 (14,39%) se anotaron en Medicina, 603 (9,67%) en Abogacía, 459 (7,36%) en Arquitectura, 437 (7,01%) en Psicología y 429 (6,88%) para Contador Público.

En esa franja de carreras típicas se concentró más del 45% de la matrícula, lo que indica que casi la mitad de los que se inscriben elige estudiar aquellas profesiones que en el siglo XX también solían ser las más atractivas.

El mismo comportamiento se repitió en los últimos tres años. Por ejemplo, en 2008 se anotaron para el CBC de Derecho 5.212 alumnos, 6.018 en 2009 y 6.344 en 2010. En Ciencias Económicas sucedió lo mismo: 6.960 en 2008, 7.571 en 2009 y 8.222 en 2010. Medicina registró 8.754 alumnos en 2008, 9.909 en 2009 y 11.619 en 2010.

Los especialistas lo explican de diferentes maneras. Mientras unos hablan de profesiones muy sujetas –sobre todo para los que vienen del interior del país– a la idea de ascenso social, otros lo relacionan con la proyección de continuar aquello que también eligieron sus padres. Pero lo cierto es que las motivaciones son múltiples y también que la mayoría de los chicos llega al momento de la inscripción -que significa mucho más que eso, porque suele ser tomado como una elección trascendente para la vida- con una evidente “desorientación vocacional”. Las razones son la falta de información y la inequidad educativa en el nivel medio.

Diana Aisenson, a cargo de la Dirección de Orientación al Estudiante, lo explica: “Hay una disparidad entre lo que sucede en la realidad y la información que circula. Los jovenes, en situaciones de mucha incertidumbre, eligen carreras tradicionales porque piensan que dan más seguridad, lo cual no es así”.

Para María Catalina Nosiglia, Secretaria Académica de la UBA, las carreras tradicionales guardan relación con algún campo profesional puntual y esa es la clave. “Hablaría de carreras reguladas y no reguladas. Las reguladas se reservan campos de trabajo: el médico va al hospital, el abogado a la Justicia, el contador firma un balance, el psicólogo tiene su consultorio. Las otras carreras, en cambio, tienen campos de trabajo mas lábiles”.

Nosigilia dice que a la hora de elegir qué estudiar los jóvenes valoran por lo menos cuatro factores: aquello que les gusta, lo que piensan que tienen capacidad para hacer -que no siempre coincide con lo que les gusta-, el trabajo que imaginan que podrán conseguir en el futuro y lo redituable que esa profesión será. “En la representación que se hace la gente de carreras como Medicina o Abogacía se ven claras estas cosas, aunque no siempre es así porque hoy nada garantiza que en el futuro tengan trabajo asegurado”.

Hay otro factor que condiciona la elección: el origen social. Para los especialistas, es muy difícil que una persona de clase baja elija, por ejemplo, oceanografía. “Ahí entra en juego el nivel de decodificación adquirido en la escuela y también transmitido por el núcelo familiar”, dice Nosiglia. “La gente de bajos recursos sabe poco sobre las nuevas alternativas de estudio”. Eso explica en parte lo que sucedió en Expo UBA con la inscripción a carreras más modernas. Aunque su crecimiento es concreto, quedaron muy alejadas de los primeros puestos y en algunos casos, son las mismas autoridades universitarias las que manifiestan que faltan alumnos en ciencias duras, como Física o Matemáticas.

El rector Rubén Hallú cree que el viraje hacia las nuevas carreras aún es leve y que se deberá trabajar para cambiar el falso paradigma de que Medicina o Abogacía siguen siendo garantía de salida de laboral. “Hay una tendencia al cambio. Hace falta seguir con la política de incentivo a las carreras que son fundamentales para el desarrollo del país y en ese sentido, debemos articular con las secundarias, apoyar a los alumnos para que recuperen el déficit que traen de la enseñanza media con planes de incentivo. Es bueno que aquellos que van a comenzar una carrera vean con claridad la posibilidad de inserción laboral en el país y en el mundo”.