Lic. Gerardo Prol

Artículo publicado en EDUCACIÓN ESPECIAL . ENCUENTROS Y DESENCUENTROS EN LOS DISCURSOS Y LAS PRÁCTICAS. Susana Ortiz (comp). UNSAM. 2010 (*)

«Si yo soy yo porque yo soy yo, y vos sos vos porque vos sos vos, entonces yo soy yo y vos soy vos. Pero si yo soy yo porque vos sos vos, y vos sos vos porque yo soy yo, entonces ni yo soy yo ni vos sos vos» (de la obra de teatro ART de Yasmina Reza)

La pregunta es: ¿cómo asistir a quien nos necesita?. En primer lugar sería conveniente cuestionar esa primera persona del plural tan cerca de un narcisismo que ciega las verdaderas necesidades del asistido. Y para esto tal vez el mejor escenario es pensarlo desde la lógica de la intersubjetividad. ¿Pero qué entendemos por intersubjetividad? El primer impulso es reinsertarlo en un pensamiento esencialista propio de la metafísica occidental (Derrida). Es decir lo intersubjetivo como la relación que resulta del efecto de la conjunción de dos sujetos ya formados que a lo sumo pueden modificarse a partir de esa relación: “Yo” más “vos” hacemos un “nosotros”. Pero ese “nosotros” entendido como sumatoria esconde, detrás de cierta fachada igualitaria, una relación jeraquizante. Porque al considerar a los individuos ya constituidos antes relacionarse, para cada unos del “yoes” el “vos”, es decir el otro, se transforma en un objeto para ese Yo. Así, en nuestro tema la frase Yo te asisto grafica claramente una relación de poder donde el asistente ocupa un lugar de superioridad al asistido. Yo tengo lo que vos necesitas

Sin embargo es posible pensar la intersubjetividad desde otro escenario. Giles Deluze ya nos enseñaba esa categoría del “entre” . Un “entre” que no es ningún punto equididistante entre dos sujetos, sino justamente lo que da la posibilidad de subjetivación. Es en se “entre” en donde se constituye el “nosotros”. De esta manera solamente en este nosotros es donde verdaderamente se considera la alteridad radical del otro. Se invierte el orden tradicional de la individuación que considera que la posibilidad del reconocimiento de la alteridad del otro comienza con la separación. Ricardo Rodulfo lo dice de esta manera:

“El capitalismo nos ha acostumbrado a exacerbar los procesos de individuación, a idealizar todo lo que es separación, como si diferenciarse fuera siempre un proceso que hay que hacer contra el otro, tomando distancia de él, no algo que puedo hacer con el otro. El nosotros tiene que ver con proceso en el que me puedo diferenciar del otro sin oponerme a él” (Rodulfo R. 2004, pág 122)

El otro entonces no se opone al Yo, subtancializándose, sino que al diferenciarse pero sin oponerse, el otro me constituye. En este plano entonces la pregunta que da lugar es: ¿Qué del otro hay en mí?

Qué sin forzar demasiado podríamos reformular en nuestro tema como: qué me asiste el otro cuando los asisto?

La diferencia adulto entre el adulto y el adolescente

Por qué todo este rodeo por el asistir cuando nuestro tema la relación del adulto con el adolescente? Porque el adolescente, en pleno trabajo de concluir su estructuración psíquica requiere la asistencia de un adulto que, por su parte, muchas veces no encuentra el lugar donde posicionarse. Un adulto que, oscilando entre ubicarse como protector de un niño o exigiendo adultez donde aún no hay, esquiva muchas veces la pregunta qué de adolescente hay en él.

Una salida que no es difícil encontrar para no caer en posturas jeraquizantes y por lo tanto autoritarias en relación a la posición del adulto en referencia al adolescente es marcar la asimetría que supuestamente debería existir en esa relación. Es decir, insistir en que el adulto, sin caer en autoritarismos, debe dejan en claro su diferencia con el adolescente.

Pero del mismo modo que nos cuestionamos el sentido de la noción de intersubjetividad, en este caso debemos aclarar qué entendemos por diferencia.

Jessica Benjamin cuando trabaja la noción de género también se ve obligada a definir una postura sobre el término diferencia.

“El supuesto implícito en la teoría de la diferenciación es que el reconocimiento de la diferencia tiene un mayor valor, es un logro más tardío y resuta más difícil que reconocer la igualdad. El punto pasado por alto es que la dificultad reside en asimilar la diferencia sin repudiar la igualdad, es decir en tender un puente entre los opuestos” (Benjamin J. 1997 pag. 79)

Queda claro entonces que si entre el adulto y el adolescente debe haber el reconocimiento de la diferencia, esta no puede ser el efecto de la supresión de la igualdad.

Co el neologismo “differance” Derrida señala entre varias cosas la posibilidad de pensar lo igual y lo diferente en el sentido de que en toda repetición siempre hay algo de originalidad. Superando de este modo toda lógica binaria de oposiciones. Por eso propongo sin analizar mucho este concepto puesto que no tenemos ni espacio ni tempo en este trabajo, pensar la relación adulto y adolescente desde esta noción

Adulto/adolescente

A partir de una cita de Doltó se trataremos de ubicar algunas problemáticas que suceden justamente en ese “entre”. Por eso y haciendo un poco de abuso de cierta gráfica es que escribo adolescente y adulto separado por esa barrita que plantea justamente no la oposición sino la differance en términos derridarianos

“Un individuo joven sale de la adolescencia cuando la angustia de sus padres no le produce ningún efecto inhibidor” (Dolto 2004, pág. 26)

La salida de la adolescencia

“Un individuo joven sale de la adolescencia..”

Parece que lo primero se nos plantea (y se le plantea al adolescente) es la cuestión de la “salida de la adolescencia”. Es decir cuándo termina la adolescencia. Es sorprendente porque ni bien comenzamos a habar de adolescencia una de las cosas que se nos esboza es cuando termina. Pensemos que esa afirmación de Doltó sobre la salida de la adolescencia está en la página 26 de un libro que tiene 294 páginas. Es decir parece que Dolto se pregunta en un libro sobre adolescencia muy tempranamente cuando termina. Cómo si hablar de adolescencia implica hablar de su culminación.

Podríamos decir entonces que uno de los trabajos psíquicos del adolescente es lo que ya hace muchos años Peter Blos llamaba tiempo de conclusión. Es decir que además de la incorporación (re narcisisicacion) de todo lo nuevo que desde la pubertad le viene apareciendo, el adolescente también debe concluir, cerrar. Y no me estoy refiriendo al viejo tema de los duelos de los adolescentes que tan bien planteara Arminda Aberastury. No me refiero al cierre de la infancia, porque muy rápidamente podríamos decir que ahí el adolescente no es agente de su cierre, por cuanto, y ese es uno de los valores interesantes de la propuesta de Aberastury sobre los duelos, la infancia se le presenta como algo “ya cerrado”. Tenemos entonces por lado, y siguiendo a Winnicott , que el adolescente debe “asesinar” a su infancia ya muerta. Pero por el otro, esa acción de asesinato no lo lleva a estabilizarse es su nueva etapa adolescente, sino que debe también salir de ella proyectándose un futuro.

Esto lo diferencia entre otras etapas del desarrollo humano como por ejemplo la niñez. Al niño no se lo piensa en la tarea de dejar de ser niño. En todo caso el tiempo hará sus cosas y el niño deberá acompañar ese desarrollo. Dicho en otras palabras el fin de la niñez “viene”, se sufre pasivamente; el fin de la adolescencia es un logro, hay que buscarlo activamente. Si esto lo traducimos en clave temporal podemos decir que mientras el futuro “le llega” al niño (en todo caso deberá hacer algo con él), el adolescente tiene que construirlo, trabajarlo.

Los límites difusos entre el psiquismo del adulto y del adolescente

Y ahí podemos ver la segunda cuestión: la relación entre el adolescente y lo que ella llama “sus padres”. Antes de entrar a ver qué querrá decir con angustia de sus padres y efecto inhibidor, lo que se desprende es que lo que le sucede a los adultos produce efectos en el psiquismo del adolescente. Pero hagamos una aclaración: no estamos diciendo lo “que hacen” los adultos, esto remitir a ciertas conductas que en todo caso nos lleva a cuestiones casi superyoicas sobre los “consejos a padres”: lo que deben hacer, sino a lo que psíquicamente sucede en los adultos. Vuelve a plantearse, tal como sucedía en los comienzos de la vida, una relación entre dos psiquismos donde el pasaje entre uno y otro, no parecen tener una separación muy clara . La famosa banda moebius que muchas sirvió para ejemplificar la relación entre la madre y el bebé, parece re editarse en la adolescencia. Desde luego, con otras características y con otras funciones.

Si un adolescente tiene como trabajo central salir de la adolescencia, pero con aparato psíquico aún se imbrica el de los adultos, esto significa que su aparato psíquico no cuenta, aún, con todos los elementos necesarios para resolver esta tarea y necesita del auxilio del adulto.

La función de prótesis del adulto

Tenemos para la niñez, o más precisamente para los primeros años de la vida, una noción que explica y denomina este auxilio, y es el de prótesis. P. Aulganier señala la función de prótesis de la psiqué materna para un infans que aún no cuenta con el desarrollo de un procesos secundario indispensable para poder vivir.

“La entrada en acción de la psique requiere como condición que al trabajo de la psique del infans se le añada la función de prótesis de la madre, prótesis que consederamos comparable a la del pecho, en cuanto extensión del cuerpo propio..” (Aulagnier P. 1975, pag 37)

La pregunta será: ¿de qué se tratará esta prótesis del mundo adulto en la adolescencia? Podríamos decir que la consistencia de esa prótesis, es decir que presta el adulto al adolescente, es la categoría misma de futuro. Pero aclaremos rápidamente que no nos referimos a un futuro coagulado por los padres. O sea. a una mera imaginación del tipo: “yo quiero que mi hijo sea..”, sino al funcionamiento mismo del futuro en el psiquismo. En la teorización de Piera Aulagnier podemos rastrear el funcionamiento psíquico del futuro en lo que el Proyecto Identificatorio.

Con este concepto la autora describe una actividad psíquica mediante la cual el Yo se re historiza garantizado “un saber el Yo futuro y sobre el futuro del Yo”. (Aulagnier P. 1975, pág 168) como elemento esencial para responder ante la pregunta ¿Quién soy?: (…) interrogante que nunca desaparecerá, que acompaña al hombre a lo largo de toda su vida y que no puede tropezar, salvo en momentos aislados, con la ausencia de respuesta sin que el Yo se disuelva en la angustia” (Aulagnier, 1975, pag. 170)

Queda claro entonces que esta función de prótesis del psiquismo del adulto, con la cual los adolescentes usarán como herramienta para construir su propio proyecto futuro, no puede reducirse a proyectarles un futuro, sino a incluirlos en su propio funcionamiento psíquico (en el del adulto), por intermedio de Proyecto Identificatorio.

La angustia de los padres

Y ya estamos en condiciones de analizar el último tema de nuestra frase de Doltó: (…) la angustia de sus padres. Ese tono afirmativo nos hace pensar en cierta angustia casi constitutiva de los padres, no del lado patológico o contingente, si no en una presencia constante del lado del adulto cuanto se enfrenta a un adolescente. Algo de la relación del adolescente con los adultos produce y hasta diríamos saludablemente, angustia en estos últimos.

El adulto reencuentra su propia adolescencia al enfrentarse con un adolescente. Reencuerntro que sin duda produce angustia por cuanto experimenta esa inestabilidad propia del adolescente y que lo obliga a percatarse que no hay nada en su ser adulto que le garantice un ya logrado.

Angustia que como lo planteábamos al comienzo lo iguala al adolescente pero al mismo tiempo le ofrece la posibilidad de diferenciarse si puede no oponerse a él, y pensar en los trabajos psíquicos que aún le tocan realizar como adulto. En otras palabras es la oportunidad de generar nuevamente un proyecto identificatrio

Esta angustia, entonces, lejos de ser algo a reprimir, se con convierte en el escenario en donde puede realizarse esta asistencia del adulto al adolecente: lugar de igualdad y de diferencia.

Lic. Gerardo Prol

 

(*)

EDUCACIÓN ESPECIAL

ENCUENTROS Y DESENCUENTROS EN LOS DISCURSOS Y LAS PRÁCTICAS
Susana Ortiz (comp). UNSAM. 2010

Actas de las XIX Jornadas Nacionales de Cátedras y Carreras de Educación Especial de las Universidades Nacionales RUEDES y XIII Jornadas Nacionales de la Red de

Estudiantes de Cátedras y Carreras de Educación Especial RECCEE 

Universidad Nacional de San Martín, Escuela de Humanidades
Buenos Aires, 23, 24 y 25 de setiembre de 2010

  

Agradecemos al Lic. Gerardo Prol por acercarnos el material.

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