Victoria Tatti de la Redacción de Clarín
Diario Clarín – Suplemento Educación – Domingo 4 de agosto de 2002

Tiene dieciséis años, cursa cuarto año y odia a su profesora de Psicología. No pasa ni una sola sesión de terapia sin repetírselo a su psicóloga. Da sus razones: «Ella explica todo en forma difícil, innecesariamente, y después en el parcial nos va mal. Odiamos la psicología». Contra todos los pronósticos, ama al profesor de Química: «Después de explicar, siempre nos pregunta si entendimos. Y si la respuesta es no, vuelve al pizarrón y dice: ‘Empecemos de nuevo'». Caso 1.

Dos alumnos de sexto grado juegan durante un recreo. Corren. Sin querer se chocan. Uno cae, golpea su cara contra el suelo y empiezan a sangrar sus encías. Un docente que no vio la escena aparece y sanciona al que quedo en pie «por haber golpeado a su amigo». El chico siente que fue castigado injustamente, se enoja, percibe el trato arbitrario del adulto que ni siquiera escucho su versión. Caso 2.

En la escuela, ¿cómo tratan los adultos a los chicos durante los momentos de aprendizaje, en los recreos, cuando deben ponerles limites? Especialistas, docentes y alumnos contaron sus experiencias sobre lo que pasa y lo que desearían que sucediera.

Una sociedad en pequeña escala. Así definen la vida escolar todos sus participantes. También reconocen a la escuela como la representación del mundo mas allá de la familia. Como un ámbito donde funcionan ciertas normas que los chicos deben conocer y aprender a respetar. Un ámbito -sostienen- que necesita de una normativa clara, explícita, aceptada y valorada por todos los que lo componen.

Las conclusiones del especialista mexicano Héctor Castro Montoya, difundidas en el IV Congreso Estatal de Investigación Educativo de México en marzo de 2001, señalan -entre otras cosas- que los problemas de disciplina escolar no son «ajenos al curricu-lum, sino que tienen lugar desde el curricu-lum». Según este estudio, la manera como cada profesor asume los conflictos lo acercará o alejará de propositos y fines educativos. Es justamente el profesor, con su estilo para llevar la clase y para interactuar, quien construye ambientes de disciplina escolar que favorecen la tarea educativa y de aprendizaje, o quien crea ambientes que la dificulta y limita.

«El aprendizaje y la convivencia se desarrollan mas allá del ámbito educativo. Sin embargo, aprendizaje y convivencia se dan de manera singular en la escuela porque se aprende a convivir con otros. La escuela es fundamental en el desarrollo de todo este proceso: debe apuntar a que el niño internalice esas normas sin la presencia permanente de un adulto», indica la psicopedagoga, María Emilia Chuit, responsable del Portal Por Psicopedagogía (www..xpsicopedagogia.com.ar).

Indisciplina, peleas, huidas, deserción escolar. Son -según los especialistas consultados- algunos de los efectos del trato autoritario de los adultos a los chicos. Esta postura va junto a la defensa de la necesidad de poner límites, sin malos modos, agresividad ni maltrato.

«En la relación entre alumnos y adultos hace falta recuperar una autoridad que no tiene que responder al modelo adulto-céntrico de la pedagogía tradicional, autoritario e incuestionable. Se trata de construir otros modelos posibles, incorporar las nuevas condiciones sociales y culturales que hacen al vínculo. Es necesario conformar una nueva autoridad que básicamente construya nuevos límites, que dé lugar a la diferencia. Hay que recrear los mandatos. La autoridad y los límites son relativos, y cambian con el tiempo, hacen a cada sociedad en particular. El eje es, por lo tanto, cómo ensayar formas de autoridad pedagógicas más democráticas que transmitan normas y a la vez den lugar a la divergencia», puntualiza la directora de la Escuela de Capacitación Docente porteña, Alejandra Birgin.

No es nuevo que los docentes se deben hacer cargo de situaciones que no son estrictamente educativas. Cada vez más se convierten en quienes les dedican más tiempo de escucha a los chicos.
«Vienen de sus casas, con padres que están agobiados por la situación social. Son padres absorbidos por la crisis que no pueden comunicarse bien con sus hijos. Y es justamente ahí donde entra a jugar el papel fundamental del docente», afirma Alicia Díaz Fariña, directora de Psicólogos y Psiquiatras de Buenos Aires.

Por eso, escuchar activamente puede ser una respuesta muy útil cuando los alumnos se acercan con problemas. Reflejarles que se escucha lo que dicen es mucho más que repetir palabras: es captar las emociones, la intención, el significado detrás de ellas. No hacerlo puede significar una importante ruptura en su vínculo.

Comunicar con interés y establecer un vínculo basado en el afecto son, entonces, dos premisas clave que no deberían faltar en la relación entre los chicos y los adultos en la escuela.

«Cuando uno es claro con ellos, no hay dificultades para que entiendan lo se está transmitiendo. Ser claros es también una manifestación de que nos interesa que nos sigan, porque ellos nos interesan. Lo importante es transmitir amor al saber, amor del docente al conocimiento y hacia el alumno. Así es como nos creen y como se facilitan el aprendizaje y la convivencia. Si uno no se apasiona por lo que sabe, en cambio, es imposible», dice Vilma Lagache, coordinadora docente de Psicólogos y Psiquiatras de Buenos Aires.

Pocas cosas estimulan más a las personas que el reconocimiento de sus méritos. La respuesta de la mayoría de los alumnos al halago oportuno de los maestros puede traducirse en más trabajo, más dedicación, más entusiasmo. El reconocimiento de los méritos no sólo mejora la predisposición con el aprendizaje: imprime el mejor clima para el desarrollo del vínculo.

«El alumno necesita y busca el justo reconocimiento -agrega Lagache-. Si un docente puede -desde el conocimiento y el afecto- ver su esfuerzo, para el estudiante será más sencillo comprender que funciona un sistema de premios y castigos. Y no tardará en esforzarse para lograr el reconocimiento y la aceptación».

El valor de la comunicación para la convivencia

Mantener un buen trato en el momento de poner límites a los alumnos es, sin duda, uno de los mayores desafíos de la tarea docente.

Los profesores y los alumnos acuerdan en la necesidad de que existan normas y límites, y en que sea colectiva la elaboración de un código de convivencia. Sin embargo, en el momento de aplicarlos, es muy frecuente que aparezcan los conflictos.

Veamos un caso típico. Un alumno interfiere en la clase, molesta de manera constante. Se trata de uno de los ejemplos clásicos de indisciplina y menos problemático de resolver.

«¿Qué hacer frente a esta situación? En primer lugar, es necesario mostrar una disciplina asertiva. No atacar sino confrontar. Al tratar de escuchar al estudiante y evitar precipitarse a dar consejos, soluciones, críticas, interrogatorios, el docente mantiene abiertas las líneas de comunicación. Eso es fundamental», sostiene el experto mexicano en Comunicación David Fragoso Franco.

La directora de la Escuela de Capacitación Docente porteña, Alejandra Birgin, coincide con el punto de vista de Fragoso Franco. Y revaloriza la aplicación de normas inteligentes y democráticas como uno de los factores -remarca- que facilitan la tarea pedagógica.

«La norma en sí está muy vapuleada, perdió valor. También es cierto que los alumnos, cada vez más en estos últimos tiempos, dan respuestas que suelen producir situaciones inéditas», señala la especialista.

«Por eso es muy importante que la escuela no esté devastada por lo que pasa. Las normas deben existir. El trabajo pedagógico necesita un piso de seguridad que no siempre es el que existe en la escuela. Pero ya es insostenible que se intente mantener las normas infranqueables, no incuestionables, que no admiten las diferencias. «, concluye Birgin.

Pautas para los maestrosEn el aula, el maestro es la persona que propicia, promueve, media y, muchas veces, desorienta o hace conflictiva la relación con los alumnos. Por eso, su actitud -más que la de cualquier otro adulto con responsabilidad dentro de la escuela- determina el clima del grupo.

Expertos de la Universidad Autónoma de Barcelona y del reconocido Instituto Tecnológico de Monterrey (México) elaboraron algunos lineamientos para ayudar a profesores y maestros a desarrollarse al máximo en esta tarea.

1. EI vínculo. La relación personal entre el maestro y el alumno es esencial cuando surge algún problema o cuando es necesario intercambiar información o ideas. «La comunicación es más que la situación ‘un maestro habla y el alumno oye’. Es más que el intercambio de palabras. Es eso, y también la manera de expresarlo, la forma de dirigir el mensaje y el vínculo maestro-alumno», analiza David Fragoso Franco del Instituto Tecnológico de Monterrey. Según el especialista, algunas veces los maestros creen que sólo envían un mensaje. «Sin embargo -agrega-, las posiciones de su cuerpo, las palabras que usa y los gestos expresan diferentes mensajes.»

2. El ejemplo. Ser ejemplo en las acciones y portador de valores para los alumnos es uno de los objetivos principales de la tarea docente. «Ellos deben actuar como modelos para los estudiantes. En la manera de hacer las cosas, en sus actitudes y en valores como el entusiasmo y la responsabilidad en el trabajo. En lo específico de la tarea educativa, mejora notablemente el clima de la clase que el maestro realice un sostenido seguimiento de los aprendizajes, que los motive en las actividades, que se esfuerce en solucionar dudas y guíe los aprendizajes con oportunas orientaciones», orienta el pedagogo Pere Marqués, de la Universidad Autónoma de Barcelona.

3. El afecto. El docente es el principal responsable de crear un buen clima relacional, afectivo que proporcione elevados niveles de confianza y seguridad. Lo ideal es que sea una persona tranquila, que conozca a fondo su disciplina. «El verdadero docente es el que no podría hacer otra cosa más que enseñar. Todos estos aspectos posibilitan una transmisión que va más allá de impartir conocimiento», asegura la psicopedagoga Vilma Lagache.

 

Victoria Tatti de la Redacción de Clarín
Diario Clarín – Suplemento Educación – Domingo 4 de agosto de 2002